Jorge Diaz. La semana transcurre y a algunos nos da para avergonzarnos y a otros parar esperanzarnos. Aunque mucho se haya escrito ya sobre el tema y el veredicto del pueblo mexicano está más que confirmado, el ex presidente Felipe Calderón seguirá dando de qué hablar (para mal) en muchos años.

Convertido en el nuevo villano favorito (en el imaginario colectivo), peor de lo que era Carlos Salinas de Gortari, se pasea sonriente en Davos, Suiza, y se prepara para no sé qué en Harvard, que lo recibe con una carta firmada por decenas de miles para repudiar su presencia ahí.

Culpable como lo fue (por estar al frente del gobierno) del desaseo con el que fue detenida Florence Cassez y con ello facilitar su liberación, difícilmente podrá quitarse de encima una persecución política que ha iniciado ya, para que por lo menos personajes de su cuadro cercano ofrezcan cuentas al respecto y por qué no, también ofrezcan la cabeza.

Ahora la situación del SME, amenaza con explotarle en la cara al otrora hijo desobediente. Amén de que a algunos les parezca o no justo la disolución de aquella empresa, lo que se alega (y al parecer con sólidos argumentos) es la ilegalidad con la que se actuó desde el gobierno, en lo que sería el último sexenio panista al frente de México. De prosperar dicha demanda, se obligaría a la CFE a ser el patrón sustituto de los miembros del sindicato de electricistas y con ello, se abriría la posibilidad de una recontratación masiva de los mismos, con lo que regresarían a devengar sueldos muchos personajes que no precisamente eran ejemplo de calidad y excelencia en sus antiguos puestos.

Vergüenza, es lo que representa la actuación de Calderón, que por lo visto, no supo ni arreglar un café.

La esperanza llega para muchos indocumentados en el país del norte. Obama se echa para adelante para empujar la reforma migratoria tan exigida desde hace décadas por los migrantes de aquel país y el pronóstico es reservado.

Nunca me he pronunciado como muy optimista respecto de que un día se vea ese beneficio para nuestros paisanos y millones de otras nacionalidades en las mismas circunstancias. Imagine lo que están pensando los empresarios que se han beneficiado con tener a tantos indocumentados allá: bajos sueldos, cero prestaciones, cero derechos, imposibilidad para reclamar malos tratos, recorte y contratación libres de todo escrutinio, evasión de impuestos, etc.

Y también imagine lo que piensan los administradores del gobierno: servicios de salud, demanda de vivienda, seguros de desempleo, educación, creación de nuevos puestos de trabajo, etc.

No obstante lo bueno de vivir con una esperanza, yo sugiero a quienes esperan estar legalmente en los Estados Unidos mediante la reforma prometida por Obama, que no quiten el pie del acelerador y que esperen a ver para creer, porque de lo contrario, la desilusión sería devastadora.

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