Antonio Quiroz. El mexicano es un pueblo que ha hecho suyas las heridas provocadas por los conquistadores españoles a sus antepasados indígenas, sin darse cuenta de que también son descendientes de aquellos a los que maldicen. Tan grande es su dolor que, aun a 500 años de distancia, se niegan a abrir sus empresas a la iniciativa privada temiendo un nuevo saqueo de sus recursos nacionales. No entienden que el de hoy ya es un mundo democrático, que la era de los imperios sanguinario-expansionistas ha terminado… Sería irresponsable e inhumano dejar a un pueblo traumado a la merced de su juicio, es por eso que, como a un paciente con desequilibrio mental, hay que tomar ciertas medidas que pueden estar en contra de su torcida voluntad, todo sea para su bien... Entre tanto, es prudente compartir sus materias primas con el mundo democrático, específicamente con las hegemonías económicas que sabrán darles buen uso… Todo sea por su bien…

Atte. Fondo Monetario Internacional


En plena guerra México-Estados Unidos (1846-1848) el pueblo jalisciense se unía en torno a la figura de la Virgen de Ocotlán y su procesión anual. En Puebla la jerarquía católica pactaba con los generales estadounidenses la rendición de sus fieles a cambio de que los extranjeros respetaran los bienes de la Iglesia durante la toma de la ciudad, algo tuvo que ver eso, supone el que redacta estas líneas, con la fiesta con la que los poblanos recibieron a los invasores… No obstante, le aguardaba al ejército yanqui una última prueba de la miseria espiritual de aquellos mexicanos; encontraron el Palacio Nacional ya saqueado por los capitalinos…

A poco más de siglo y medio de distancia de aquel conflicto bélico se esperaría que los tiempos de obscurantismo nacionalista hayan terminado para el latinoamericano país, porque sería penoso que hoy por hoy los habitantes de la mexicana nación siguiesen indiferentes a su desgracia y prefiriesen hincarse ante figuras inanimadas y suplicar salvación antes que combatir a sus opresores…


El pueblo mexicano ha estado harto de los abusos de su clase gobernante desde antes de existir, esto es, cuando los opresores eran oriundos de la península ibérica. Si en algo se diferencia el fastidio de la sociedad mexicana actual al de los pueblos indígenas mesoamericanos esclavizados del siglo XVII es, simplemente, el uso de las redes sociales para manifestarlo. Las rebeliones armadas han sido meras válvulas de escape de la exasperación colectiva en contra de los regímenes sanguinarios en turno que terminan por perjudicar a los movimientos ilustrados del momento, así lo hizo, por ejemplo, el hidalguismo independista con las ideas de corte liberal emanadas de la Revolución Francesa. Así, la actitud atrabancada del mexicano de a pie, tan criticada por Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad, hace a México un país propenso a la aplicación de políticas económicas clasistas en beneficio de las naciones hegemónicas del momento, y es que un pueblo cuyas ansias insurreccionistas sean saciadas con el arder de los gobierno títeres es el que todo titiritero desea…


El problema no es el popular dicho “si la montaña no viene a ti, ve a la montaña”, si lo es la adaptación salinista, “si el primer mundo no viene a México, que los mexicanos vayan al primer mundo”, más aun cuando en el “primer mundo” esperan a los latinoamericanos con las escopetas cargadas… 

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