Policía Federal
Excélsior.
En un hotel de Acapulco con vista hacia la bahía viven tres agrupamientos de la Policía Federal. Las mejores habitaciones con balcón al mar están destinadas para los comandantes, aquellas con ventanas hacia la alberca son para el resto del personal.

Los 470 policías que registraron su entrada en este hotel el pasado 28 de septiembre representan 70 por ciento de la ocupación, las habitaciones sobrantes son para los turistas. Los huéspedes se enteran, en su mayoría, hasta llegar al lobby, que su estancia será compartida con las fuerzas federales y que en cualquier momento y lugar de las instalaciones del hotel se cruzarán con ellos en los elevadores, la recepción, el restaurante y hasta en el área de albercas.

Los federales llegaron a Guerrero desde 2007 para combatir al crimen organizado.

Y así como en Guerrero, los huéspedes comparten su estancia con los policías federales; sucede en 15 estados más de la República con la mayor incidencia de delitos de alto impacto: Tamaulipas, Coahuila (región lagunera), Nuevo León, Chihuahua, Sinaloa, Veracruz, Michoacán, Baja California, San Luis Potosí, Veracruz, Aguascalientes, Quintana Roo, Chiapas, Campeche y Tabasco.

“¡No vayas si quieres preservar tu vida! No vayas, amigo, en verdad, hay muchas balaceras en ese hotel. Actualmente es un hotel de seguridad de la PF, no tengo palabras para describir la noche tan horrible”, comenta Jorge en Tripadvisor (página electrónica especializada en viajes), sobre un hotel de la región lagunera que recibió tres ataques del crimen organizado en menos de dos semanas y que fueron reportados por la prensa.

Pero este tipo de advertencias –como la que Jorge describe– casi ningún hotel habitado por los federales la da. En este hotel de Acapulco nadie avisó a Excélsior que vivían tres agrupamientos de la policía: ni en el portal de internet, ni en el centro telefónico al momento de reservar, ni tampoco la recepcionista que registró la llegada.

El hotel


Una camioneta blindada de la Policía Federal a un costado del hotel y varios elementos portando rifles de alto poder a la entrada de las instalaciones es lo que alerta de la presencia de los uniformados.

En la recepción, la encargada nada más entrega la llave de la habitación, explica los descuentos en los consumos del club de playa, informa sobre los horarios de la alberca y los costos del bufet.

En el elevador, en los pasillos que llevan a las habitaciones y en las áreas públicas, es perceptible la llegada de los agentes.

La presencia policiaca en el puerto, además de en las calles, avenidas y otros sitios que reciben al turismo, se hace presente mientras los visitantes nadan o ingieren sus alimentos. A la mayoría de los huéspedes los toma por sorpresa la presencia de elementos federales, una vez que ya reservaron su estancia por varias noches.

Y aunque muchos de los uniformados son amables y te saludan al subir al elevador y hasta piden que presiones el botón del piso al que se dirigen, existe cierta tensión, porque en un espacio reducido de dos por tres metros puedes quedar rodeado por siete policías y en lugar de voltear a ver chanclas, bronceadores, toallas y sombrillas, terminas frente a botas, miras teles-cópicas, pistolas, rifles y cargadores.

“Quiero comentarles que en mi estadía se estaba hospedando a un gran número de policías federales. Por la situación de seguridad en el país y por las noticias que nos informan que se han atacado los hoteles donde la policía se hospeda, estuvimos con mucha tensión en nuestras vacaciones cada vez que llegábamos al hotel”, afirma Aurora, en uno de las decenas comentarios sobre este sitio que se pueden leer a través de internet.

A lado de la alberca, el paisaje de las palmeras y el azul del mar es distorsionado por policías que pasan lista y en los balcones de sus habitaciones colocan tendederos en los que secan calcetines, trusas y uniformes.

El Libro blanco de la Policía Federal señala que el número de elementos desplegados para labores de combate al narcotráfico y delincuencia organizada es de 36 mil 568 elementos.

Los policías


A diferencia de los militares y los marinos, que viven en campamentos y en cuarteles, las fuerzas federales que resguardan a los habitantes de las ciudades más violentas duermen en hoteles.

Hace dos semanas, este diario publicó que se destinan siete veces más viáticos para alojamiento y comida de federales que para integrantes del Ejército y la Marina-Armada de México. A los primeros les fueron asignados entre 400 y 500 pesos diarios, mientras que a soldados y marinos la cifra ronda los 60 pesos, de acuerdo con documentos oficiales de la corporación en el denominado Libro blanco de esa institución.

En este hotel de Acapulco, una habitación la comparten cuatro policías federales repartidos en dos turnos y las camareras son las encargadas de mantener limpia su habitación, a menos que algún elemento haya ensuciado en exceso el cuarto y a su nombre sale un cargo extra.

Tienen habilitado un comedor a su disposición 18 horas del día y hasta pueden sugerir al chef sus  platillos favoritos en el menú de la semana.

Su bufet diario incluye cinco guisados diferentes. Sus predilectos son el menudo (pancita de res) y las costillitas barbecue. Las tortillas no las perdonan, sólo a la hora de la comida consumen 30 kilos.

En la mañana, el personal del hotel les prepara casi 900 huevos, que pueden elegir al gusto.

También tienen derecho a usar la alberca una vez que las instalaciones están cerradas para los huéspedes.

El despliegue de las fuerzas federales costó más de 7 mil millones de pesos tan solo de enero a agosto de 2012, según el Libro blanco.

Entre sol, arena, mar y turistas, los policías custodian Acapulco, la ciudad que una organización civil acaba de denominar la segunda más peligrosa del mundo.
Excélsior. 

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