Jorge Diaz. Es altamente complicado el momento que vivimos en cuanto al poder desafiante de los grupos delictivos que operan en el país contra las instituciones y la manera en que la autoridad se dirige a los ciudadanos. En el sexenio pasado se criticó hasta el cansancio la estrategia de comunicación en la materia que llevaba a cabo la administración de Felipe Calderón.

La presentación de los criminales en los medios no funcionó, el conteo de muertos que llevaban a cabo desde el gobierno federal se vio rebasada por la que hacían los medios de comunicación de forma independiente. Fue un fracaso y se suspendió por momentos.

La apología del crimen fue el pan de cada día. A cada acción del gobierno, la delincuencia reaccionaba con mayor virulencia.

Ahora, el gobierno actual ha pretendido cambiar dicha estrategia (me refiero sólo a la de comunicación en temas de crimen organizado) y ha conminado a los medios a que moderen el lenguaje, ponderen todo tipo de noticias al respecto para no crear un efecto contraproducente entre la población y permitir que las autoridades administren de manera más “estratégica” lo referente al combate a la delincuencia.

Sin embargo, las cosas no han cambiado en lo sustantivo; es decir, en la cantidad de bajas. Sólo por mencionar un par de ejemplos: inmediatamente después del anuncio sobre la disminución de muertes durante el mes de febrero (discutible, porque lo deseable es que el porcentaje disminuya considerablemente y no un par de puntos), las bandas delincuenciales le dieron con la cubeta al anuncio colgando a cinco personas en un transitado puente de la ciudad de Saltillo, Coahuila. Y qué decir del asesinato del secretario de turismo en Jalisco en las fechas del mensaje, ¿coincidencia? quizá, pero lo alarmante es que a cualquier anuncio de una pírrica victoria del gobierno, se responde con sangre.

Para quienes quisieron gobernar este país (por eso compitieron), es una encrucijada que deberán resolver en poco tiempo. No es posible que al menor intento de información por parte del gobierno, los delincuentes lancen el desafío y le pongan la vara aún más arriba. Sin duda, las autoridades recién estrenadas siguen a prueba, y haciendo a un lado lo económico (sin restarle importancia) esta será la medida con la que los ciudadanos decidan su voto en las elecciones intermedias, por lo que para empezar, deberán ver cómo hacerle para informar victorias (por menores que sean), sin perder vidas al momento del anuncio, pues de lo contrario de nada servirá y la percepción (madre de toda elección) seguirá siendo la misma.

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