León de Grieff, poeta colombiano.
León de Grieff, poeta colombiano.


Giuseppe RinaldiBari, ITALIA
Escrito por Giuseppe Rinaldi




Hoy quiero compartir con los lectores de Reporteras de Guardia un poema de León de Greiff, un poeta colombiano de comienzos del Siglo 20, que volví a encontrar en la red.

Es un poema de mi pasado que creía perdido como el directorio telefónico en el cual lo había anotado.

"Pues si el amor se fue" es el título de la composición y me recuerda a Colombia, Bogotá y a una mujer que se fue, naturalmente.

La mujer se llamaba Luisa Yamile Zur.. Cast.. y llegó a mi vida un domingo de verano como un remolino en el mercado de pulgas de Usaquén.

Luisa era linda, ojos alegres y rasgos chibchas. Era ingeniero industrial, experta de mercadeo en la dirección de un banco de la capital colombiana. Llevaba rigurosos trajes sastres negros y zapatos de tacones.

Aficionada a las novelas de las 8 de la noche de las cuales compartía las virtudes: aspiraba de asistente al desarrollo de los programas comerciales a directora, a gerente y quién sabe si a dueña de su misma empresa.

Yo la esperaba juicioso todas las tardes con trepidación, soñando qué hacerle y adivinando su ropa interior, con una pizca de celos por las largas y frecuentes reuniones ejecutivas que me la robaban.

Pero una noche Luisa se fue. 


¡Cuándo las mujeres aparecían por magia!
¡Cuándo las mujeres aparecían por magia!
Llorando me dijo: "¡Mi corazón está con Alejo!". Había vuelto listo el ex novio con sortija y solitario, para casarse.

Desde aquella noche empecé a adelgazar, comía poco y dormía menos. Madrugaba e iba temprano al apartamento de Carlos, Cha Cha, un amigo pintor que habitaba cerca de mi. Allá en el sofá terminaba mi sueño mientras mi amigo esbozaba siluetas de mujeres y su empleada me mimaba con pan, mantequilla, arepas, huevos estrellados, fruta y pasteles.

Cuando volvía a la vida despertaban también las preguntas de siempre: ¿Por qué Luisa, mi linda Yamilita, se fue?, ¿Fui muy intenso con ella?, ¿No le hice  ningún presente?, ¿No fui detallista?, ¿No viajamos a Cartagena como acostumbran hacer los novios de aquí?, ¿Me fui solo solito y de prisa a la isla caribeña de San Andrés?, ¿Tenía que adelantarme al otro pidiéndole primero la mano?

Cha Cha entonces quizá cansado de oírme, con un poco de ironía me interrumpía: "Giusepino, Giusepino -observaba- con las mujeres o es mucho o es poco, o es tarde o es temprano, ¡con ella no hay término medio, desafortunadamente!", y pasaba a declamar por la sala, entre cuadros y tapices, mirando el cielo gris y llovedizo de Bogotá, el poema de De Greiff:

"Pues si el amor se fue, pues si el amor huyó,
dejemos el amor y volvamos a la vida,
lloremos un poco por lo que tanto fue,
vayamos al Nirvana o al reino de Thulé,
entre brumas de opio y aromas de café.     

Pues si el amor huyó, pues si el amor se fue,
recordemos un poco el amor sencillo,
la amada tan buena,
su piel de azucena,
dejemos al amor y vamos con la pena,
abracemos la vida con ansiedad serena,      
lloremos un poco por lo tanto que fue...

¡Ay Corazón mentiroso, sí siempre te amaré!"

Giuseppe y unos amigos de la universidad, en su apartamento de Bogotá
Giuseppe y unos amigos de la universidad,
en su apartamento de Bogotá
Mejor consolación no podría yo haber tenido: la dulzura de la azucena, la ansiedad serena, las brumas del opio, el aroma de café,  la paz de Nirvana y el reino de Thulé.

Vocábulos e ideas del modernismo al cual De Greiff pertenecía, propiciaron en mi olvido, reconciliación con el mundo y calmaron la fiebre que me roía. Una semana después de la huida de Luisa tomé un avión y me perdí en la selva al sur de Colombia.

Por el sofá de Carlos y las curas de su amable empleada pasaron otros jóvenes compañeros del colegio italiano, necesitados de afecto y atenciones, perdidos como éramos en las brumas de la grande ciudad,  lejos de nuestra tierra, nuestras familias y amigos.

¡Ay Corazón mentiroso, sí siempre te amaré!

(¡No siempre! agregaría yo)

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