En un país como el nuestro es entendible el linchamiento mediático, la polarización y la defensa o ataque a personajes públicos per se, por la simple razón de pertenecer a bandos reales o virtuales. Las argumentaciones salen sobrando en ocasiones y mucho de lo que se persigue es un interés político disfrazado con piel de oveja.

Pero el caso de “Mamá Rosa” es distinto según yo. No nos detendremos en las hordas estridentes que señalan con el índice la “cortina de humo que desde Los Pinos se diseñó”, esas voces son las de siempre. Tampoco le daremos importancia a quienes, ciegos y llevados por la corriente, se suben al coro de ¡crucifíquenla! No vale la pena.

Lo que me parece muy interesante, es la defensa más elitista que se está dando. La mecha la prendió Enrique Krauze. Le han seguido intelectuales como Jean Meyer, Héctor Aguilar Camín, Roger Bartra y Jean-Marie Le Clézio y personajes como el ex presidente Fox y Norberto Rivera; éste último, oportunista y consiente de lo que le podría pasar a él por las acusaciones que pesan sobre su persona.

Da la impresión que los argumentos de los intelectuales se fundan en las glorias pasadas de “Mamá Rosa” y que sus razones se centran sólo en su persona y no en lo que terminó siendo el albergue que fundó.

Sería estúpido señalar a una PGR ignorante de los antecedentes históricos de la que en un tiempo era considerada la madre Teresa de Calcuta mexicana, por lo que sería tonto considerar que fue un capricho; además, las imágenes no mienten, en ese lugar hay una gran cantidad de pruebas visuales por las que se puede concluir (sin entrar en acusaciones concretas, porque no me consta), que los derechos más elementales de quienes buscaban refugio, eran violados.

Por tanto, ¿qué hay detrás de la defensa de “Mamá Rosa”? sobre todo en el caso de las mentes preclaras de un Krauze, un Meyer, un Camín. ¿Es acaso que podrían comprobar la inocencia de la señalada? transfiriendo toda culpabilidad a los que la “apoyaban” en las tareas cotidianas del albergue, forzados a probar una especie de ceguera casi imposible de creer o bien, dada su avanzada edad (de “Mamá Rosa”), un deterioro en sus facultades mentales que le haya impedido ver en lo que estaban convirtiendo su obra.

Será que lo único que les importa es el desprestigio o daño a su amor propio, al verse rebasados por la realidad de quien en algún tiempo fue merecedora de la tinta de sus plumas, y no pueden aceptar el hecho de poder ser señalados como responsables implícitos de que las cosas permanecieran así por muchos años.

¿Es sólo el ego? Son preguntas que sólo encontrarán respuesta si las autoridades actúan con prontitud, profesionalismo y pulcritud. Que no haya intereses políticos detrás de lo que viene por parte de las investigaciones, pero que tampoco pese el prestigio y nombre de nadie, ni el ruido mediático.

Es el momento de mostrar los tamaños para la PGR.

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