De pronto, como que a los hombres del gobierno, los de mirada superaquilina, y a los hombres del águila y la espada, o los del escudo en el pecho... y hasta los que leen los libros y pueden opinar a la mitad del foro, les entra una especie de carga de conciencia por todo lo que le pasa al cuerpo social mexicano.

Así que, en un sólo día, por uno u otro lado, aparecen anuncios de preocupaciones sociales: ‘Que si es tiempo de rescatar a los Derechos Humanos –tan costosos institucionalmente y con tan pobres resultados porque todos los días de nuestras vidas ocurren esas violaciones-sin-recomendación--; que hay que recuperar la dignidad humana o que hay que recuperar el sentido de la igualdad y no a la discriminación’: y así, en tan sólo unas cuantas horas...

Señores, tengan presente:

El 18 de agosto, el titular de la Secretaría de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció la presentación del Programa Nacional de Igualdad, que articulará esfuerzos –se dice- para construir un país más igualitario, no sólo en la ley sino en el trato día a día.

Y de vuelta a una tragedia mexicana: Muchos años transcurren y, a lo Juan Orol, caen las hojas del calendario y en México la discriminación racial y social siguen tan campantes. Si no fuera sí, no habría necesidad de crear Programas que atiendan el ‘fenómeno’...

Pero nada se podrá hacer mientras no concurran en un sentido práctico y estructurado todas las instancias de interrelación política-gobierno-social, para atender y enseñar a no mirar a los demás en tono de doña Cristeta, la tía de Borola Burrón. Y nada se puede mientras exista esa estratificación social producto de políticas de desarrollo económico y social que fortalecen las distancias entre ‘los de arriba y los de abajo’, que se dice en la BBC.

Pueden hacerse por voluntad de gobierno uno y mil programas para ‘atajar’ la desigualdad nacional, pero esos programas no construirán esa igualdad mientras toda la estructura de gobierno no se oriente a ello y mientras no existan hombres de gobierno a la altura del arte, hombres de pies a cabeza, que se llaman estadistas...

Hay esta aportación del gobierno federal para atender que unos a otros no nos hagamos ‘fuchi’ y no ‘nos empujemos’ o maltratemos... O que no nos humillemos o bocabajemos... Todo eso no debe ser, pero es en un país de sospechoso sentido humano.

Luego, el mismo día 18 de agosto, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación presentó el “Protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que involucren la orientación sexual o la identidad de género”.

Poner a los seres humanos en el punto exacto de sus derechos y obligaciones, sin discriminación, exclusión o violencia es una buena receta para la mejor convivencia y la construcción de la democracia. Respetar el libre desarrollo de la personalidad no significa estar bien con Dios y con el diablo: Sí significa respeto a la dignidad humana a la que todos los que vivimos tenemos derecho para elegir de forma libre cómo vivir la vida: ‘mientras no se afecte a otros’, la libertad es de uno y los derechos propios.

Se establecen protocolos porque, asimismo, se violan los derechos de las personas que levantan la mano para ser ellos y ellas mismas. Las instituciones los excluyen y castigan de forma diferenciada.

“Estamos seguros que este Protocolo servirá para auxiliar a los juzgadores a honrar con fallos concretos, los proyectos de vida de las personas y la diversidad social que la Constitución demanda y a su vez protege contribuyendo así, a consolidar a México como una Nación de libertades y derechos para todos”, dijo el ministro Silva Meza. Si. Que sea así.

Y ese mismo 18 de agosto, por su parte, el rector de la UNAM dijo en el “Segundo Ciclo de Conferencias: los derechos humanos hoy” que México tiene aun deudas pendientes en materia de derechos humanos, por lo que es necesario discutir y aplicar los avances teóricos a la realidad.

Los seres humanos evolucionan –o retroceden, que también ocurre--, pero hombres y mujeres, en sociedad y en lo individual están en permanente movimiento, y en ese permanente movimiento, la atención para el respeto a los derechos humanos debe estar en permanente ajuste: no ocurre aquí. Quienes atienden la materia –lo que nos cuesta un buen de lana-, viven atorados en sus viejos protocolos y en sus grillas burocráticas y de poder...

Viven buscando el reflector y el discurso: aquí o allá: en la capital del país, en cada uno de los estados de la República y en la Nación. Mientras tanto ocurre que de forma permanente y cotidiana se violan sus derechos a humanos en una escalada interminable y feroz.

No hace mucho Amnistía Internacional dijo que México es uno de os países que ha fracasado en el respeto y defensa de los derechos humanos. Que el gobierno debe disculparse y efectuar acciones concretas, en lugar de sólo formular promesas...

Así que, de pronto, en un solo día, luego del proceso reformista y con los pies en la tierra, nuestros gobernantes miran hacia los humanos: bien. Ojalá esta vez sí nos vean como humanos, y no como boleta electoral. Ya veremos.
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