El aislamiento de México
 
 
 
 
 
 
De poco o nada sirven los esfuerzos que la presidencia de México hace con sus viajes al extranjero. En tanto el país continúe en las condiciones internas en las que se encuentra, el aislamiento de México de todo lo bueno y lo malo que ocurre fuera de nuestras fronteras, nos debe alarmar.

No es nuevo, y eso es lo peor, que todas las fuerzas políticas, los ciudadanos y los intereses económicos estén encontrados, peleados.

No existe voluntad de ninguna de las partes por destrabar los conflictos que a todos nos afectan y detienen, no hay capacidad para pedir perdón y perdonar, no se quiere ir en busca de soluciones prácticas; en síntesis, no queremos que México despegue y no se quede atrás de todo lo que en el mundo se cocina y puede representar un peligro aún mayor tanto en nuestra economía, como en nuestras aspiraciones a figurar como actores principales en la construcción de un mundo mejor y más justo.

El ajedrez del medio oriente y la sucesión presidencial estadounidense, las tensiones económicas de Europa, el insaciable apetito chino, la amenaza latente de Corea del Norte, la situación casi insostenible en Venezuela, la crisis que se puede desatar en Argentina, las oportunidades en Cuba, son apenas un puñado de cuestiones a las que tendríamos que estar mirando y analizando por fuerza para estar preparados. No olvidar que nuestra vecindad con los Estados Unidos nos deja en una posición estratégica y en ocasiones de debilidad geográfica para temas no sólo económicos, sino también de migración por citar sólo un par.

Mientras tanto aquí estamos, viendo cómo los partidos presentan a candidatos a puestos de elección popular con una dudosa capacidad ya sea moral o de conocimientos para desempeñar el cargo que ocuparán. A nadie le importa dar el paso a la conciliación, al profesionalismo, a la superación de los problemas; a nadie por tanto, le interesa México.

Incluso los ciudadanos demuestran un gran desinterés por exigir soluciones prontas y que a todos convengan, de no ser por los que están presionando para pedir la cabeza del presidente o el aplastamiento sin miramientos de quienes manifiestan una exigencia que sólo beneficiaría a sus mezquinos intereses.

Pero los de a pie, los que no tienen partido y ya no confían en los políticos, los que si trabajan y están viendo muy afectada su economía, hasta ellos, están en una actitud sumamente pasiva.

El futuro nos va a alcanzar. El reacomodo de las fuerzas internacionales, las políticas de migración duras y de protección a los propios, el fundamentalismo violento y despiadado, la fuga de capitales, los tambores de guerra, la relación con Washington, la creación de alianzas estratégicas, la pésima educación mexicana contrastada con el avance agigantado de nuevas tecnologías en otras naciones y un largo, largo etcétera que nos dejará mal parado por décadas.

En esas estamos y no se ve quién proponga un cambio en las reglas del juego interno.

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