¿Hasta cuándo?
A Donald Trump le está yendo mal y es previsible que se lance contra México, el más sumiso y manso de los demonios que a tuitazos exorciza. ¿Cuáles son nuestras opciones?

Me centro en las relaciones de seguridad entre los dos países. Enrique Peña Nieto enfrenta pésimas cuentas. El aumento de muertos, desaparecidos, secuestros y robos se debe, en parte, a ese empeño absurdo de excluir a los Estados Unidos de la estrategia bélica mexicana. Ellos son corresponsables de nuestras tragedias y quienes gobiernan México rara vez se lo recuerdan. Lo hacen por timidez o miedo porque conceptualmente lo tienen muy claro.

En agosto de 2016 Trump era candidato y vino a México por invitación de Peña Nieto y Luis Videgaray. A la hora de los discursos el presidente mexicano fue claro y le dijo al visitante que su visión era "incompleta […] porque no toma en cuenta los flujos ilegales que vienen hacia el Sur [con] armas y dinero en efectivo". Ese tráfico fortalece "a cárteles y otras organizaciones criminales, que generan violencia en México y obtienen ganancias de la venta de drogas en Estados Unidos". El presidente mexicano propuso la adopción de "un enfoque integral".

Fueron unas líneas de una lucidez excepcional. Lástima que fueran tan efímeras como la luminosidad de las luciérnagas. Quienes hayan seguido el apasionado e intenso debate estadounidense sobre las armas y la Segunda Enmienda se habrán dado cuenta que jamás mencionan el armamento que estadounidenses envían ilegalmente a los criminales mexicanos. Peña Nieto hubiera podido ordenar una campaña de comunicación en los Estados Unidos para recordarles que con sus armas han sido ejecutados, heridos, robados o amenazados millones de mexicanos.

¿Hay esperanza en quienes pueden ser elegidos presidente en 2018? Dejo para otra ocasión las propuestas de Andrés Manuel López Obrador y de los candidatos del PRI y del Frente Ciudadano por México. Empiezo con cuatro aspirantes a las candidaturas independientes a la presidencia. Sus propuestas se distinguen por su pobreza conceptual, analítica y propositiva.

María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy, hace una denuncia fuerte de la violencia, pero no propone nada concreto. Lo mismo pasa con Jaime Rodríguez, El Bronco y Pedro Ferriz de Con, quien dice que busca "activar las mentes y los corazones de millones de mexicanos para sacar al país del pozo en el que está". Loable el empeño, pero sería mejor que nos active con ideas concretas sobre qué va a hacer para enfrentar al crimen organizado (además de subir el salario a los policías).

Me detengo un poco más en Margarita Zavala porque ella observó desde Los Pinos los primeros seis años de guerra. Está atrapada en una contradicción irresoluble: no quiere condenar la política de seguridad de su esposo pero tampoco la quiere defender. La evidencia la tenemos en una entrevista concedida a Jorge Ramos para la cadena Univisión, en marzo pasado. Reproduzco una de las preguntas clave seguida de la respuesta.

"Pero ¿su esposo se equivocó? ¿Usted cree que su esposo hizo lo correcto?", le preguntó Ramos. Margarita le respondió con borucas: "Pero, el que todos los días pensó, como debemos pensar los mexicanos que queremos trabajar en la política y tomamos decisiones, lo que tenemos que decidir es lo mejor para México. Algunas veces se entenderá poco, algunas veces poco se comprenderá, o como creo que fue uno de los grandes errores, la comunicación puede ser uno de los grandes errores que se tuvieron". Es decir, todo fue un error de comunicación.

Igualmente grave es la omisión en que incurrieron los candidatos analizados. Ninguno se acordó de que la violencia que padecemos es binacional. Nunca mencionaron a los Estados Unidos. Es como si no existiera. Recorren el país pidiendo nuestras firmas y pidiéndonos confianza, sin embargo, no se esfuerzan en sus propuestas. Daré mi firma a Marichuy sólo porque representa al México olvidado. Espero que los otros candidatos sean más serios en sus planteamientos, que recuerden deben ser claros y viables.

Nuestra violencia irá resolviéndose cuando logremos que los Estados Unidos acepte la corresponsabilidad que tiene. Jamás lo hará si no se lo recordamos constantemente. ¿Hasta cuándo lo entenderán quienes ya nos gobiernan o aspiran a hacerlo?


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