Mujeres, víctimas de tortura sexual en México, buscan justicia en el mundo

La realidad de Patricia Romero estaba ajena al conflicto por la construcción de un aeropuerto y los floricultores inconformes por una reubicación.

La mañana del miércoles 3 de mayo de 2006, Patricia Romero llegó como todos a las inmediaciones de Mercado Belisario Domínguez en Texcoco, Estado de México, para abrir su negocio familiar de carnes y tacos, pero un operativo estaba en marcha.

“Estaban los helicópteros, creo que nunca en la vida se va a poder repetir tanto miedo”, comentó Patricia.

Patricia defendió a su hijo, agredido por grabar la violencia. A ella la detuvieron tres mujeres policías, también se llevaron a su padre e hijo.

“Llegan unos policías, pues uno no está acostumbrado a eso, nos ponen las esposas y nos llevan caminando de aquí a la esquina, y todo el jardín atravesando hasta el Palacio Municipal”, recordó.

Patricia fue trasladada a la Subprocuraduría de Texcoco, la culparon de haber herido a uniformados con un machete. Después fue llevada ante la Procuraduría de Toluca y en el trayecto fue torturada física, emocional y sexualmente. Tenía 38 años.

“La tortura empieza desde que te agarran, te golpean, te llevan, pues unas veces hinchando, otras veces caminando y arrastrando, y dicen perra, te vamos a matar, te vamos a coger, todos estos te vamos a violar”, agregó Patricia.

A Patricia le tomaría dos años y ocho meses volver a casa. Fue ingresada al Centro de Prevención y Readaptación Social Santiaguito, en Almoloya, acusada de lesiones, portación de arma prohibida y ultrajes.

De 31 mujeres que denunciaron abuso sexual durante la represión de mayo de 2006, 11 decidieron llevar su caso hasta instancias internacionales.

Una decisión que las ha mantenidos juntas a pesar de sus diferencias, como hermanas de un mismo dolor.

“Me siento orgullosa de pertenecer a esas 11 mujeres porque somos la voz y el eco de muchas miles más”, argumentó Patricia Romero.

Más de una década en la que la solidaridad colectiva, de organizaciones y personas de todo el mundo, les ha ayudado a sostener el proceso y transitar el arduo camino hasta llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cuya sentencia sobre el caso se espera para 2018.

La abogada Centro Prodh, Sofía de Robina Castro, comentó: “Representa la posibilidad de emitir medidas estructurales que generen un cambio mucho más allá de las 11 mujeres, sino en la situación de país y además en el contexto de crisis de derechos humanos que nos encontramos”.

En ese camino, nació la campaña ‘Rompiendo el Silencio’, todas juntas contra la tortura sexual’ que ha logrado impactar a mujeres que han sobrevivido a la violencia de género en todo el país.

“El caso de Atenco evidencia como este actuar en operativos de la Policía y la comisión de actos por ejemplo de tortura no son hechos aislados y que se dan simplemente porque unos cuantos policías decidieron actuar así, sino que responden a elementos mucho más estructurales”, comentó Sofía de Robina Castro.

Once años y Patricia sabe que llegar a la Corte Interamericana en Costa Rica es un gran paso. Es la primera vez que sale del país, no a pasear, sino a pedir la justicia que no encontró en el suyo y lo hace muy a pesar, dice, de su actual pareja.

“Hoy no puedo retractarme estamos aquí y ya no me importa perder nada de lo que ya no puedo perder”, destacó Patricia Romero.

Para ella es una victoria, para la reparación del daño, para romper la impunidad, para prevenir que hechos similares se repitan, para visibilizar y combatir la tortura sexual contra mujeres y también para dignificarse como grupo e individualmente.

Patricia Romero, víctima de tortura sexual, puntualizó: “Voy a salir adelante y mis compañeras van a salir adelante, ahora nunca más nos van a volver a llamar mentirosas, nunca más nos van a volver a llamar las violadas de Atenco”.

Con información de Ana María Islas
Vía: Televisa.


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