Jorge Diaz. Peña Nieto. Para él, ni bombo ni platillo, ni insultos o desprecio. Sólo el beneficio de la duda y el voto de confianza. Las ceremonias que encabezó fueron sobrias y tomadas con seriedad, no hizo leña del árbol caído y puso muy alto el nivel de compromiso que quiere adoptar para mover a México. En cien días hablamos.

#YoSoy132. El descrédito y la desolación. En su presunta hombría, acusan de haber sido infiltrados por misteriosos hombres vestidos con pantalones color caqui, camisetas negras y guantes negros… ja-ja-ja. Carne de cañón, como lo han sido siempre, no les queda otra más que adherirse a lo que no merece el sello de partido político, sino de pandilla: MORENA.

Marcelo Ebrard. Mi solidaridad a quien resultó el más perjudicado por los actos vandálicos en la ciudad de México por la prueba que esto representa, sabrá sacar a flote el dilema porque su gobierno es legítimo y la aplicación de la ley no le provocará temblor en las piernas. Una oportunidad para diferenciarse de los intolerantes que encabeza López Obrador y mostrarse en el plano nacional como líder moderno, progresista y de mano firme.

México. 117 millones de mexicanos (según últimas cifras del INEGI) no son representados por unos cientos (o miles si Usted quiere) que salieron a las calles a sacar su frustración por los caprichos no conseguidos. México ansía la paz y la aplicación de la justicia. México es más grande.

Felipe Calderón y López Obrador. Dignos representantes del odio, el encono y los intereses personales. Para los dos, el olvido.

Para los manifestantes violentos y sus destrozos en el DF ¡Chinguen a la suya!

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