José L. Montenegro. Romper con la rutina nunca había sido tan fácil. El ciclo de la procrastinación y el ocio, se han convertido en una actividad cotidiana que ha transformado a la sociedad en un grupo cada vez más numeroso y dependiente a la dinámica digital, y a su vez, a la vanidad disfrazada y autonombrada: innovación tecnológica.

Un lujo que ya no es lujo pero que genera adicción


La compra y el uso acelerado y constante de consolas de juego, tabletas, teléfonos móviles y demás dispositivos inteligentes, surgen como la salida viable, la solución a la monotonía, y en el más peligroso de los casos, como la puerta de escape hacia una solución contraproducente donde se puede convertir la diversión en una atadura, generando así, una necesidad que se vuelve adicción.

Actualmente la compra de gadgets alrededor del mundo —más allá de influir en los círculos sociales y en el estatus socioeconómico que delimita el mercado— ha ido imponiendo una moda más que una vanidad. El rol que cada persona juega dentro de la sociedad, hoy tiene una gran influencia gracias a los dispositivos que permiten a cada persona facilitar tareas que antes eran mucho más complejas.

Sin embargo la comunicación, proceso inherente del ser humano, se ha ido trastornando, y a su vez, comparable con la necesidad de energía y agua, el Internet se ha vuelto indispensable en la vida de los usuarios, aquellos que están transformando de manera exponencial los hábitos sociales y laborales; pues al menos dos de cada tres personas pasan más tiempo en línea con sus amigos que en persona, y con esto, están eliminando la división entre el espacio que dedican a su vida personal y de trabajo.

El fanatismo se comprueba en tres de cada cuatro personas que revisan su teléfono celular en la cama, mientras que el 46 por ciento lo hace durante comidas familiares y con los amigos; incluso más de un tercio lo utiliza en el baño y casi uno de cada cinco admitió en el reporte elaborado por la empresa Cisco en México (Cisco Connected World Technology Report) que envía mensajes de texto mientras conduce.

Todo esto explica un fenómeno creciente: las relaciones interpersonales en línea que los usuarios practican cada vez más no reflejan su verdad identidad; el 84 por ciento de los encuestados en el reporte lo aseguran.

Debido a esto, los dispositivos inteligentes adquieren el papel de una especie de extensión del cuerpo, pues cuando llega a olvidarse, los usuarios sienten ansiedad, como si una parte les faltara. Entre los efectos asociados a quienes viven conectados está la dispersión y poca concentración.

Cabe destacar que los desórdenes del sueño con estrés y síntomas de depresión, también son provocados por el uso excesivo de los gadgets durante la noche. Según especialistas, aseguran que dormir menos de seis horas incrementa las probabilidades en un 50 por ciento de sufrir un ataque al corazón. Además, exponerse a la luz de los aparatos electrónicos reduce la producción en un 22 por ciento de melatonina, sustancia química que produce nuestro cuerpo para inducir el sueño.

El apego es tal, que el estudio realizado por The Online Psychology Degree demuestra que uno de cada tres usuarios prefiere renunciar a tener sexo que separarse de su smartphone. Asimismo, la investigación revela que el 95 por ciento de los usuarios lleva su teléfono móvil, consolas de juego, tabletas, e incluso computadoras portátiles a la cama; lo peor de esta conducta es que conciliar el sueño se vuelve difícil, ya que despertarse e interrumpir las horas de descanso para revisar el correo electrónico, las redes sociales o saber si llegó algún mensaje de texto, se ha vuelto una rutina que ha culminado —según los expertos— en una adicción casi imparable.

La dependencia tecnológica


En lo que respecta a cifras, según las tendencias de compra en México en un estudio elaborado por la consultora en investigaciones de mercado, International Data Corporation (lDC), el crecimiento de consumo en el segundo trimestre de 2012 refleja que, hubo un crecimiento positivo del 2 al 5 por ciento en consolas de juego y del 12 al 38 por ciento en computadoras portátiles, respecto al año anterior.

A su vez, las netbook o mini-portátiles tuvieron un crecimiento negativo de -5 a -62 por ciento; mientras que las tabletas, de 1014 por ciento se ubicaron en ese periodo en 128 por ciento. En el segundo trimestre de 2011 se vendieron aproximadamente 346 243 equipos portátiles de alto costo; para el siguiente año en el segundo trimestre la venta disminuyó, tan solo se adquirieron 253 867 equipos.

Según pronósticos de distintas compañías como IBM, Gartner, IDC y Siemens, para 2013 se prevé la venta de 865 millones de teléfonos móviles inteligentes (smartphones) frente a los 665 millones adquiridos en 2012 alrededor de todo el mundo.

Dicho lo anterior, un factor clave y mercado potencial en el mundo móvil, es la mujer, como lo reflejan las investigaciones de Ericsson ConsumerLab en entrevistas anuales con más de 100 mil personas en 40 países y 15 ciudades del mundo. Respecto a las tendencias de consumo, se estima que el 97 por ciento de ellas envían mensajes de texto (SMS); el 77 por ciento recibe y envía contenido multimedia; el 59 por ciento está en las redes sociales; mientras que el 24 y 17 por ciento se registra y hace uso de las aplicaciones de localización y aprovechan los cupones de descuento, respectivamente. El dominio que ejercía la mujer en las compras del hogar se está trasladando ya al mundo digital, sin duda, mucho más amplio.

Para comprender la magnitud del uso prolongado, especialistas aseguran que antes de desayunar, tomar un baño, lavarse los dientes e incluso despertar completamente; utilizar un dispositivo móvil para ver actualizaciones de correo electrónico y novedades en las redes sociales, se ha convertido en la prioridad por la mañana y la última actividad que realizan antes de dormir las personas entre los 18 y 30 años de edad. Actualmente, vivir conectado es un fenómeno presente en todo nivel de la organización, así como una actividad cotidiana dentro de la sociedad que podría recaudar para el año 2018, 3 300 millones de usuarios, una fuerza imparable y creciente de cobertura en la red móvil.

Acostumbrados a la información en tiempo real, se estima que esta generación será laboralmente más ágil, estará más informada y tendrá mayor capacidad de respuesta. Más allá de lo accesible o lo caro que pudiera ser cualquier dispositivo, la dinámica y los estímulos actuales exigen la recreación tecnológica y constante para el mejor desempeño. Hoy, ser portador de un gadget no es más que el reflejo de una sociedad inmersa en avances constantes de aquella vanidad impuesta que los expertos llaman innovación tecnológica.

Entre estos grandes avances, se prevé la imparable caída del ordenador (PC). Según IDC, en los próximos cuatro años descenderá en 15 millones la población que accede a Internet desde una computadora de escritorio, en la contraparte, el número de usuarios que navegan desde equipos móviles aumentará, serán aproximadamente 91 millones de personas.

La vanidad que necesitamos


Irónicamente, como lo expresa el escritor mexicano Juan Villoro en su cuenta de Twitter: “Hoy en día si alguien tiene una crisis de identidad no va al psicólogo, se busca en Google”, esta realidad a la que hace mención, al parecer inamovible, obliga a la sociedad a replantearse la forma de comunicar mediante el desarrollo de habilidades tanto tecnológicas sin perder de vista las relaciones interpersonales ni dejar a un lado la cultura de lo analógico, lo tradicional.

Esta alianza simbiótica entre productividad y tecnología, entre moda y necesidad, y más allá del lujo o la vanidad, ha acrecentado la tarea de estar a la vanguardia gracias al nuevo smartphone, a la bien diseñada tableta o a las sorprendentes gráficas de la más reciente consola de juego. También, la necesidad de modernizarse corresponde al deseo de ‘ir a la moda’, aunque ello implique comprar inconscientemente y sin necesidad artículos de novedad, y como consecuencia, dar un cauce a la constante y frecuente conducta hacia la compra compulsiva, un trastorno psicológico.

La compra de nuevas tecnologías produce un efecto contraproducente: acabar con la supuesta exclusividad de los productos. La estrategia de mercado implementada en dichos gadgets permite precisamente eso, que la creación de modas se vuelva recurrente para la innovación constante de sus productos, y con ello, el segmento siga cautivo gracias a las tareas que minimizan los dispositivos que día a día dan un salto cada vez más grande en la era digital.

Por eso, comprender el entorno digital en el que vivimos no es una tarea fácil. Existe una línea muy delgada entre la necesidad, el lujo o la simple moda en la que a diario estamos inmersos. Acoplarnos a esta dinámica implica un gasto, un aprendizaje y hasta el día de hoy una vanidad impuesta que necesitamos sí es que el día de mañana queremos competir con la mejor arma: la tecnología. 

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