José L. Montenegro. "Tras la inesperada muerte del comandante Chávez, las relaciones bilaterales de negocios que por años beneficiaron a Venezuela han quedado a la deriva."

“¡Qué se vayan todos!” Ese fue el grito popular que caracterizó a Venezuela en la última década del siglo pasado. La inconformidad y el reclamo constante de un país harto de la corrupción, la decadente forma de vida y la ineficiencia de sus políticos, hicieron que la democracia venezolana se transformara en un sistema detestable que incitó a la movilidad social de distintos grupos en la región. Con ello, surgió la aparición de Hugo Rafael Chávez Frías, un militar que en 1992 había intentado arrebatarle el poder en un golpe de estado al entonces presidente Carlos Andrés Pérez, motivo por el cual, fue encarcelado durante dos años, hasta que más tarde, el presidente Rafael Caldera extinguiera la responsabilidad penal dejándolo en libertad.

No fue sino hasta el 2 de febrero de 1999 que inició el polémico ejercicio de Chávez al tomar por primera vez las riendas de aquel país lastimado; y a sabiendas de que no cargaba con la etiqueta de ser un político más en el poder, comenzó a desdibujar poco a poco la silueta del democráta que presumía ser, fungiendo y dando a entender con la implementación de su autoridad, la verdadera estructura del régimen venezolano que encabezaba: un sistema caracterizado por la concentración del poder a manos del presidente en turno.

Con crisis políticas en intervalos irregulares que han sacudido a Venezuela desde el año 2001, la llamada Revolución Bolivariana basada en un proyecto de socialismo del siglo XXI buscó consolidar una nueva forma de gobierno a partir de que el militar asumiera el cargo como el cuadragésimo segundo presidente de Venezuela con el apoyo del MVR, el Movimiento Quinta República.

La única realidad inminente ante la llegada del nuevo mandatario, fue la necesidad urgente de una reestructuración del régimen actual, hasta entonces un sistema fallido. Este principio socialista puesto en marcha con la llegada de Chávez mostró dos vertientes a través de las cuales el eje principal del sistema de gobierno venezolano impuso dos posturas que se encontraban constantemente; una de ellas, el excepcional afianzamiento de situaciones democráticas en la historia republicana de América Latina; y al mismo tiempo, la fragilidad en la gobernabilidad democrática debido a la confrontación de tendencias autoritarias.

Al parecer con todo este eje articulado, el paradójico rol que Chávez desempeñó como presidente, pareciera que fue más el de un fino estratega que el de un líder clásico o populista.

Hoy la ausencia del mandatario y el panorama internacional competitivo al cual se enfrenta la región venezolana, promueve la preocupación de los habitantes y la del capital invertido de los países aliados en territorio latinoamericano.

Cuba sin Chávez

La ahora extinta relación entre los hermanos Fidel y Raúl Castro con el comandante Chávez ponen en un dilema a Cuba, uno de los muchos países que tenían alianza con Venezuela. La influencia de Chávez y su enfoque de negocios basado en la generosidad de los intereses mutuos con otras regiones, afianzó redes que proveían vastos recursos a cambio de mantener en pie el sistema político chavista.

En el caso de Cuba, eran al menos 100 000 barriles diarios de petróleo y miles de millones de dólares los que se destinaban a cambio de personal médico y expertos en tecnología. Y aunque la diversificación y el desarrollo de la economía en la isla en los sectores farmacéuticos, turísticos y petroleros han tenido avances notables, la dependencia venezolana sigue siendo una constante que prevalece.

Al menos 6 000 millones de dólares o más son los que Caracas destina a Cuba por pago a cuenta de los servicios de 40 000 doctores, enfermeras y asesorías profesionales como son los consultores políticos; esta cifra representa alrededor del 60 por ciento de lo que la región gana en comercio exterior por servicios.

En la contraparte, el destino económico de Cuba también dependerá en mayor medida del próximo candidato electo, ya sea Nicolás Maduro, sucesor designado de Chávez y actual vicepresidente de Venezuela; o la oposición, liderada por Henrique Capriles el que asuma el cargo en el Poder Ejecutivo; el rol que desempeñaran cualquiera de los dos contendientes difícilmente se verá orientado a la política exterior, debido a que los problemas económicos internos obligaran a replantear una reestructuración del modelo político que estuvo activo durante 14 años al mando de Chávez Frías, el cual, hoy parece derrumbarse.

Y aunque muchos analistas señalan que difícilmente ganará la oposición en el país, lo cierto es que Maduro no traería cambios significativos al corto plazo para Cuba, vislumbrando con esto una posible amenaza o inestabilidad. Lo que sí estallaría si se eligiera como representante del Ejecutivo a Capriles, sería un movimiento en La Habana que culminaría con la creación de un problema político, económico y social que podría culminar con la ruptura diplomática de ambas naciones, aseguran.

En un análisis de las consecuencias de la muerte del mandatario, Stephen Keppel de la división de noticias de la cadena ABC, expresa que si la ayuda venezolana concluye, posiblemente el gobierno cubano tenga que mirar y prestarles atención a los casi dos millones de cubanoamericanos que viven en Estados Unidos, los que hasta ahora envían anualmente aproximadamente 2 000 millones de dólares por concepto de remesas familiares.

Hasta hoy, con el 96 por ciento que representa el valor de las exportaciones del oro negro, el destino incierto que le depara a los venezolanos podría desvanecer un panorama favorable, esto debido a las recientes devaluaciones del bolívar y el aumento en los precios de los bienes —que en su mayoría— importa el país. Además, el posible aumento de la inflación —que por más de una década ha oscilado entre el 20 por ciento— traería como consecuencia uno de los problemas que más aqueja a los ciudadanos: la escasez de alimentos.

Mientras que la imagen de Hugo Chávez en Cuba sigue siendo la del líder que representa el salvador del socialismo, un defensor de la región y un fiel amigo de la isla; las consecuencias de su política denominada: ‘solidaridad económica’ —la cual en 2011 envió alrededor de 243 500 barriles de petróleo diarios a 16 países de América Latina, según la petrolera estatal PDVSA— demanda una labor de la que hoy se responsabiliza el próximo presidente, la cual no promete ser una tarea fácil.

(Fragmento del reportaje principal)
TEXTO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN NEWSWEEK EN ESPAÑOL, VOL. 17, NO. 11, 18 DE MARZO DE 2013, YA EN CIRCULACIÓN WWW.NEWSWEEK.MX
 

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