Escribir es darle la mano a alguien
Una canción también
Una pintura a veces funciona como un espejo
En ocasiones necesitamos de un cómplice. De alguien que haya pasado por lo mismo que hemos pasado, que se ha sentido tan chinche como nosotros nos hemos sentido, tan mal, tan solo, tan nada, que nos entiende, sentado frente a nosotros viéndonos a los ojos. La mesa metálica se interpone. Un cenicero tal vez. El foco y su luz cenital.
Esperando la sentencia en silencio, pero no estamos solos. Así funcionan los libros.

*-*-*-

(Palabras que iba a usar pero no supe dónde y situaciones lugares y demás que vinieron a mi mente en el inter:
personas
cigarro
miradas
víctimas
domino
guernica
leer
resplandor
cinismo
broma)

Artículo Anterior Artículo Siguiente