Alejandro Toral. Desde hace 15 años, Brasil ha tenido una senda de crecimiento sostenido convirtiéndolo en un faro latinoamericano. La transformación empezó con el presidente Fernando Cardoso quien instaló la estructura macroeconómica y financiera que ayudó a Lula da Silva para implementar programas sociales exitosos que sacaron de la pobreza a casi 40 millones de habitantes e incrementar el ingreso de cada persona hasta de un 50%; además se realizó una amplia diplomacia, con propaganda, internacional mediante integración regional en Sudamérica, los BRICS y su expansión en la África portuguesa. Sin embargo, todo esto era una pantalla que vendría a opacar la realidad brasileña.

El pico del iceberg en las manifestaciones brasileñas es el exceso de gastos del gobierno en el Mundial de Futbol de 2014 y las Olimpiadas de 2016. Tan sólo hasta el día de hoy se han gastado cerca de 41 mil mdp y se espera que llegue a 188 mil mdp con construcción de estadios y demás infraestructura que los ciudadanos deben pagar mediante más impuestos de los que ya existen (36% del PIB es gracias a este ingreso), entre ellos el incremento al transporte público, que cuesta aproximadamente 20 pesos y representa el 26% del salario mínimo de trabajadores.

Ante esto, la problemática brasileña se deriva de la corrupción, la inseguridad y el bajo desempeño económico de Brasil desde 2010.

CORRUPCIÓN

 
Dilma Rousseff ha combatido a la corrupción desde su llegada sin mucho éxito. Desde 2010 se han despedido o renunciado 7 ministros del gabinete por casos de corrupción y enriquecimiento ilícito. A la par, Brasil vivió el juicio que encarceló a 25 ex funcionarios de Lula da Silva por el caso “mensalao”, donde se acusa que el ex presidente pagó mensualmente favores de legisladores para agilizar la aprobación de sus propuestas durante su primer periodo presidencial.

INSEGURIDAD

 
Brasil es el 2° mayor consumidor de cocaína mundial con 5.6 millones de personas, atrayendo a los narcotraficantes de Bolivia, Colombia y Perú, los más grandes productores de esta droga en el mundo. Además, en 2012 se registraron cerca de 41 mil homicidios en el país por crimen, marcando una tasa de 21 por cada 100 mil habitantes, solo un poco abajo que la de México. No obstante, existen ciudades que alcanzan tasas más elevadas o tienen el problema de las favelas que ni el Ejército se atreve a entrar como en Río de Janeiro.
 

ECONOMÍA

 
Mientras que las clases altas se benefician del crecimiento brasileño y las clases bajas de los programas sociales, la clase media lucha por no volver a caer en la pobreza debido a la inflación galopante por arriba del 6%, derivada del crecimiento del casi 1% en 2012 y la devaluación del 30% de la moneda brasileña. Esto aunado a que el índice de desarrollo humano en Brasil se encuentra en el lugar 70, por debajo de México, Grecia, Chile o Perú.

A Dilma Rousseff le tocó enfrentar una de las crisis brasileñas más grandes desde escándalos de corrupción en 1992, sólo que ahora con una gran expectativa internacional por los eventos mundiales por venir y la gran publicidad impulsada por su antecesor. Es tiempo de que Rousseff modifique la política brasileña y consolide el progreso de la nación invirtiendo en las clases medias, las cuales mantienen el motor de cualquier país hacia el crecimiento; si es que ella quiere lograr la reelección el próximo año, debido a que se presume un posible regreso del ex presidente a las presidenciales así como un creciente apoyo del juez Joaquim Barbosa por castigar el caso del Mensalao. Sin duda, el resultado de las manifestaciones y las acciones de gobierno se reflejarán el siguiente año durante el Mundial y en las boletas en octubre. 

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