Antonio Quiroz. Los llamados afanes intrusos de Washington están totalmente justificados, pues a una nación poderosa que sólo anhela una utopía democrática nunca le faltarán enemigos de intenciones tiránicas que intenten destruirla y que planeen sus actos detestables desde el chat de alguna red social.

Quizá lo que más haga hervir al sangre de los líderes con sed de poder ilimitado es la fortísima conciencia social que caracteriza a los del gobierno de Estados Unidos; sus discursos dichos en lujosos palacios legislativos y escuchados por un público trajeado que vive de la administración de bienes dejan muy claro su compromiso con los de las clases más necesitadas.

Existe, desgraciadamente, otro gran enemigos de las autoridades estadounidenses, y es la pobreza de espíritu de no pocos ciudadanos de a pie que se creen informados; nada más hay que oír a los insensibles que en pleno Día de Luto Mundial (el 11 de septiembre, ¿qué otro?) parlotean sobre expansionismo e imperialismo buscando hacer quedar mal a los justos. Si les queda tiempo critican, además, que no se recuerdan pormenores que sucedieron en algún lugar de América del Sur hace muchos años y en la misma fecha.

Por fortuna aún son más la personas con juicio y que, como efecto, no se dejan llevar por los sinsentido que encuentran en internet o que les son contadas por charlatanes. Las mencionadas son las personas que únicamente se fían de valiosísimos documentales, como los que retratan la maldad incorregible (esa que no permite paz internacional) a la que se enfrentan valientemente los soldados norteamericanos en Medio Oriente, que nunca faltan en las carteleras de los centros de proyección.

Finalmente, si bien es cierto que los gobiernos de Estados Unidos no han sido perfectos y han cometido errores, por ejemplo no “abrir las puertas” a los cubanos para que se refugien de las inclemencias del socialismo (al “listillo” que vaya soltando comentarios sobre lo grandiosa que es la cubertura educativa o sanitaria que hay en la isla caribeña sólo hay que preguntarle sobre la cantidad de residentes en Cuba que han visto la trilogía de “El Caballero de la Noche” para que caiga en la cuenta de su error), también lo es que sus proezas son más y mayores, la prueba está en que cada vez el mundo va mejor.


Pronto se verá (con el lío sobre Petróleos Mexicanos) si la izquierda pactista heredó algo de la valentía y del espíritu combativo del inmortal líder obrero Fidel Velázquez, ese que, durante el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines, no se conformó con que el empresariado aumentara apenas en diez por ciento la paga de los trabajadores y amenazó con convocar a una huelga general si el alza de los salarios era menor al veinticuatro por ciento.

El que Velázquez terminara aceptando lo ofrecido por la iniciativa privada no demostró su debilidad, ni mucho menos su complicidad con la derecha; fue un ejemplo de sacrificio por parte de un hombre preocupado por el bienestar económico de su país (no era momento para asustar a los inversionistas con lógicas del pasado) pero que no olvidaba las necesidades de los que representaba…

Sólo queda esperar, entonces, que por el futuro del pueblo mexicano, la actual surda política esté a la altura de la del ex liderazo de la CTM.  

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