Daniel Higa. El tema que ha acaparado las ocho columnas de todos los diarios nacionales, fue el hecho de que México ha sido espiado por los Estados Unidos en temas relacionados a los energéticos y al narcotráfico.

Luego que el diario brasileño O’Globo publicara esta información, las reacciones al respecto no se han hecho esperar. Desde la exigencia del Congreso hacia el gobierno federal de pedir una explicación a su homólogo de los Estados Unidos, hasta los exhortos por medio de cartas –al parecer única vía oficial de comunicación- enviadas por la Secretaría de Relaciones Exteriores para conocer los alcances de estos hechos.

En medio de la indignación nacional, poco a poco fueron salieron más datos e información que le “van poniendo más sabor al caldo”. Uno de ellos fue que por medio del contrato S-INLEC-06-R-4042, la firma Verint Systems vendió equipo de espionaje al gobierno estadunidense con un valor de tres millones de dólares.

Este equipo de alta tecnología llegó a nuestro país vía la Agencia Federal de Investigación (AFI) y la Procuraduría General de la República (PGR), con la finalidad de apoyar el combate al narcotráfico en el contexto de la Iniciativa Mérida.

Más tarde se supo que Microsoft a través de sus plataformas de comunicaciones (como Skype, SkyFrive y Outlook, entre otros), permitió al gobierno de los Estados Unidos tener acceso a comunicaciones personales, empresariales e institucionales como parte de este intricado sistema de espionaje implementado prácticamente en todo el mundo, incluyendo México.

Pero volviendo a los acuerdos entre el gobierno del último presidente panista –de cuyo nombre no me quiero acordar- y las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, queda claro que este tipo de trabajos eran conocidos, avalados y permitidos dentro de esta relación bilateral.

Esto no es nuevo. Agentes de la CIA, DEA, FBI y algunas otras agencias, han operado de forma secreta en México. Su labor ha sido tan esencial para el gobierno mexicano, que muchos de los operativos en donde detuvieron o abatieron a grandes capos en los últimos años, han tenido éxito gracias a la información que estas instituciones han recabado y luego compartido con las autoridades mexicanas.

Técnicamente esto no estaría permitido por nuestras leyes; sin embargo, la única condición que el gobierno mexicano ha puesto a estos agentes es que no pueden andar armados. Pueden recorrer el país, investigar, recabar datos, espiar y todo lo que su actividad requiera; pero mientras lo hagan sin armas, la soberanía nacional está asegurada.

Es decir, no puede ser espionaje ilegal porque el gobierno federal está enterado y da el aval para estas acciones. Sea de forma secreta o pública, se entiende que estos acuerdos implican colaboración mutua, hacerse de la vista gorda cuando sea necesario y desviar las críticas con argumentos de que lo hacen con la mejor intención de ayudarnos en la lucha contra el narcotráfico, el crimen organizado y la seguridad nacional.

Esto convierte a estos acuerdos de colaboración como “legales y oficiales”. Pero lo que no queda claro es si la información publicada por O’Globo y The Guardian con respecto a México, es si los hechos a los que se refiere Snowden forman parte de estos “trabajos de inteligencia” o forman parte de otro sistema de espionaje del cual el gobierno mexicano no tenía conocimiento de estos hechos.

Si es así, el gobierno de Peña Nieto tendría la obligación de levantar la voz para reclamar sobre estos hechos. Pero de esta falta de claridad se agarró el propio presidente para decir que “sería totalmente inaceptable”, si es que sucedió.

El otro punto es qué posibilidades tienen los países afectados por el espionaje de obligar a los Estados Unidos, al menos a pedir una disculpa pública. Y lo que parece cierto es que no hay una regulación, ley o decreto dentro del derecho internacional al que se puedan acoger las naciones en busca de algo de justicia.

Algunos expertos dicen que el espionaje ejercido en tiempos de paz por países de Europa y sobre todo los Estados Unidos en contra del mundo entero, no es propiamente ilegal sino alegal. Es decir, no hay una ley que lo condene o lo castigue en su totalidad.

Por eso mismo el caso de México va a quedar como uno más en donde nos indignamos, nos sentimos ofendidos, nos hiere el hecho de que puedan tener acceso a todo lo que hacemos y decimos pero en realidad, es algo común en el mundo moderno.

Ya sea bajo el pretexto de estar en un ambiente de guerra o para prevenir posibles acciones bélicas en tiempos de paz, el espionaje lo han utilizado como una estrategia común para reafirmar el poder político, militar y ahora tecnológico que tienen algunos países, en detrimento de los derechos humanos y políticos de sociedades enteras.

Afortunadamente, vivimos en un mundo libre, en donde cada uno de nosotros tiene la seguridad de que su privacidad es inviolable… simplemente somos espiados de día y de noche los 365 días del año. 

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