Y entonces comenzaron los cálculos alegres, la ambición desmedida y toda clase de sueños por parte de los más visibles en el Partido Acción Nacional, a saber: Margarita Zavala, Moreno Valle, Ricardo Anaya y quizá Gustavo Madero, aunque éste último, muy disminuido y casi descartado.
Y entonces torció la puerca el rabo. Porque para ellos no es difícil imaginar un escenario similar en 2018; donde, el voto priista y de algunos partidos chicos se convierta en voto útil, mientras que los ‘sin partido’ le otorguen su confianza ante la amenaza de un eventual triunfo del extremista López Obrador.
Pero lo que se les olvida son dos puntos; primero, que las divisiones al interior del partido derivadas de la guerra por la candidatura presidencial, pueden provocar un debilitamiento tal que espante el voto independiente por la mala imagen que podrían generar y, ahuyentar definitivamente al voto útil de los otros partidos por la incertidumbre que provocan los enfrentamientos entre políticos.
Y segundo y más importante: necesitan urgentemente hacer el mejor papel posible en los gobiernos ganados en las pasadas elecciones para reafirmarle al votante de todo el país que no se equivocarán al entregarles la presidencia.
Sin eso, mal hacen los personajes antes mencionados de verse sentados en la silla del águila con tanta anticipación. Es deseable ver, en caso de que sus aspiraciones sean honestas y anteponiendo los intereses de México en todo momento, que busquen un camino para ponerse de acuerdo cuanto antes, en lugar de estar enviando mensajes negativos al ciudadano; de lo contrario, corren el riesgo de arruinarlo todo en detrimento de todos, ya que la simple idea de un presidente de apellido, López Obrador, nos invita a muchos a abandonar el país.
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