El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Congreso Nacional Indígena (CNI) han lanzado un comunicado el pasado 14 de octubre señalando que para las elecciones de 2018 presentarán una candidata independiente a la Presidencia de la República, una mujer indígena. Tras 22 años de historia, el movimiento por primera vez aspira llegar al poder, aunque niegan buscarlo en su propio comunicado. Pero ¿Por qué ahora los zapatistas deciden dar este giro?, permítanme hacer algunas reflexiones:
Primero, de ser una decisión meramente genuina, es decir, que realmente se busque participar en la elección presidencial para reivindicar los derechos de los pueblos indígenas en nuestro país, estaríamos siendo testigos, por primera vez, de un acto político legal de pretender tomar las riendas del país, por la vía democrática y no por las armas.
Estaríamos hablando que los casi 15 millones de indígenas de viven en nuestro territorio tendrían a un representante en la elección nacional. De acuerdo con el INEGI, existen alrededor de 7.3 millones de personas de 3 años y más que hablan alguna lengua indígena, las más habladas son: Náhuatl, Maya y Tseltal. De ahí que un elemento muy importante que los distingue y les da identidad, es la lengua con la que se comunican.
Las poblaciones indígenas tienen usos y costumbres propias. En nuestra Carta Magna, en el Artículo 2º establece que “la Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.
El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se hará en las constituciones y leyes de las entidades federativas, las que deberán tomar en cuenta, además de los principios generales establecidos en los párrafos anteriores de este artículo, criterios etnolingüísticos y de asentamiento físico.”
Sin embargo, sabemos que en muchas ocasiones la libre determinación no se ha respetado. De ahí que el 1º de enero de 1994, haya surgido el movimiento armando del EZLN en contra de la marginación de las poblaciones indígenas de esa región. Dos años después, y tras meses de diálogo se dieron los acuerdos de San Andrés donde las comunidades lograron tener cierta autonomía de la intervención de los militares y la policía. Sin embargo, los altos niveles de pobreza y marginación aún persisten.
En su comunicado que consta de ocho cuartillas, los zapatistas denuncian y enumeran 27 casos de violación a sus comunidades en el país, donde sufren invasión a los bosques, afectación a áreas naturales, construcciones de autopistas, privatización, despojo de agua, contaminación, explotación del territorio, feminicidios y violaciones a sus mujeres, además de que enfrentan el asedio de la delincuencia organizada. Asimismo, se declaran en sesión permanente tras celebrar el Quinto Congreso Nacional Indígena, y anuncian que consultarán cada una de sus geografías, territorios y rumbos para nombrar un consejo indígena liderado por una mujer, que será su candidata a la Presidencia de la República en las elecciones federales de 2018.
El movimiento reitera que es anticapitalista y que buscan “hacer vibrar este país con el latir ancestral del corazón de nuestra madre tierra.” Sin embargo, en ninguna parte, señalan cuál será su objetivo de lanzar dicha candidatura; sólo quieren “desmontar desde abajo el poder que arriba nos imponen” … “es el tiempo de la dignidad rebelde”.
Primero, de ser una decisión meramente genuina, es decir, que realmente se busque participar en la elección presidencial para reivindicar los derechos de los pueblos indígenas en nuestro país, estaríamos siendo testigos, por primera vez, de un acto político legal de pretender tomar las riendas del país, por la vía democrática y no por las armas.
Estaríamos hablando que los casi 15 millones de indígenas de viven en nuestro territorio tendrían a un representante en la elección nacional. De acuerdo con el INEGI, existen alrededor de 7.3 millones de personas de 3 años y más que hablan alguna lengua indígena, las más habladas son: Náhuatl, Maya y Tseltal. De ahí que un elemento muy importante que los distingue y les da identidad, es la lengua con la que se comunican.
Las poblaciones indígenas tienen usos y costumbres propias. En nuestra Carta Magna, en el Artículo 2º establece que “la Nación tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas que son aquellos que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.
El derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación se ejercerá en un marco constitucional de autonomía que asegure la unidad nacional. El reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas se hará en las constituciones y leyes de las entidades federativas, las que deberán tomar en cuenta, además de los principios generales establecidos en los párrafos anteriores de este artículo, criterios etnolingüísticos y de asentamiento físico.”
Sin embargo, sabemos que en muchas ocasiones la libre determinación no se ha respetado. De ahí que el 1º de enero de 1994, haya surgido el movimiento armando del EZLN en contra de la marginación de las poblaciones indígenas de esa región. Dos años después, y tras meses de diálogo se dieron los acuerdos de San Andrés donde las comunidades lograron tener cierta autonomía de la intervención de los militares y la policía. Sin embargo, los altos niveles de pobreza y marginación aún persisten.
En su comunicado que consta de ocho cuartillas, los zapatistas denuncian y enumeran 27 casos de violación a sus comunidades en el país, donde sufren invasión a los bosques, afectación a áreas naturales, construcciones de autopistas, privatización, despojo de agua, contaminación, explotación del territorio, feminicidios y violaciones a sus mujeres, además de que enfrentan el asedio de la delincuencia organizada. Asimismo, se declaran en sesión permanente tras celebrar el Quinto Congreso Nacional Indígena, y anuncian que consultarán cada una de sus geografías, territorios y rumbos para nombrar un consejo indígena liderado por una mujer, que será su candidata a la Presidencia de la República en las elecciones federales de 2018.
El movimiento reitera que es anticapitalista y que buscan “hacer vibrar este país con el latir ancestral del corazón de nuestra madre tierra.” Sin embargo, en ninguna parte, señalan cuál será su objetivo de lanzar dicha candidatura; sólo quieren “desmontar desde abajo el poder que arriba nos imponen” … “es el tiempo de la dignidad rebelde”.
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Foto: Excélsior. |
Segundo, la idea de lanzar una candidata independiente indígena a la presidencia no deja de tener su tinte político. Por lo pronto, el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, ha señalado que esta decisión es sólo para hacerle “juego al gobierno”. La presidenta del PRD, Alejandra Barrales le dio la bienvenida a esta iniciativa. El Obispo de Chiapas, Felipe Arizmendi Esquivel lo consideró como un “giro histórico”, y comparó la decisión con lo que está sucediendo actualmente en Colombia con las FARC.
Pero ¿Qué impacto podría tener realmente sobre los partidos políticos y sobre los aspirantes presidenciales? Creo que tendría dos vertientes: la primera, si el gobierno está detrás de esta decisión, habría dos objetivos, el primero sería restarle votos a los candidatos independientes, léase “El Bronco”, y segundo equilibrar la balanza en términos de género ante una eventual candidatura de Margarita Zavala por el PAN, cuya imagen principal está basada en un huipil o rebozo, característico de las comunidades indígenas. Si el gobierno no está detrás de esta maniobra, entonces el tricolor podría estarse dando un balazo en el propio pie, pues esta candidatura eventualmente también le restaría votos en aquellas zonas de pobreza y marginación como Chiapas y Oaxaca, principalmente. Un discurso anticapitalista seguramente también le restará votos a Morena.
Por último, la candidata que decidan postular será clave para apelar al electorado a que voten por ella. De igual forma los recursos, ojo con las remesas, y acceso a los medios de comunicación. Una buena candidata podría ganar adeptos entre los electores hartos del sistema, que son muchos. Ya México tuvo por primera vez en 1858 un Presidente de la República de origen indígena, el zapoteco Benito Juárez, quien curiosamente fue acusado, por sus detractores, como un vendepatrias. El segundo fue Porfirio Díaz de origen mestizo mixteco-criollo, quien se distinguió por su política represora anti indígena.
Estamos viendo el nacimiento de un proyecto que habrá que estar atentos, darle seguimiento, pues no nos vayan a dar la sorpresa. ¿Será?
Pero ¿Qué impacto podría tener realmente sobre los partidos políticos y sobre los aspirantes presidenciales? Creo que tendría dos vertientes: la primera, si el gobierno está detrás de esta decisión, habría dos objetivos, el primero sería restarle votos a los candidatos independientes, léase “El Bronco”, y segundo equilibrar la balanza en términos de género ante una eventual candidatura de Margarita Zavala por el PAN, cuya imagen principal está basada en un huipil o rebozo, característico de las comunidades indígenas. Si el gobierno no está detrás de esta maniobra, entonces el tricolor podría estarse dando un balazo en el propio pie, pues esta candidatura eventualmente también le restaría votos en aquellas zonas de pobreza y marginación como Chiapas y Oaxaca, principalmente. Un discurso anticapitalista seguramente también le restará votos a Morena.
Por último, la candidata que decidan postular será clave para apelar al electorado a que voten por ella. De igual forma los recursos, ojo con las remesas, y acceso a los medios de comunicación. Una buena candidata podría ganar adeptos entre los electores hartos del sistema, que son muchos. Ya México tuvo por primera vez en 1858 un Presidente de la República de origen indígena, el zapoteco Benito Juárez, quien curiosamente fue acusado, por sus detractores, como un vendepatrias. El segundo fue Porfirio Díaz de origen mestizo mixteco-criollo, quien se distinguió por su política represora anti indígena.
Estamos viendo el nacimiento de un proyecto que habrá que estar atentos, darle seguimiento, pues no nos vayan a dar la sorpresa. ¿Será?