Y en la inercia, Margarita Zavala se enfila a ser la primer presidenta mujer de México en 2018.
Entre otras cosas, el hartazgo de los mexicanos por el estilo violento, chillón y de mal perdedor del tabasqueño López, más la clara preferencia por la panista que se vio reflejada desde el principio en las encuestas y la entendible afinidad que hay entre Margarita y Hillary, la cosa se está definiendo con anticipación.
Para que esto pase sólo hace falta que pronto el PAN se ponga de acuerdo, se deje de las divisiones internas y trabaje como un solo cuerpo lo antes posible. Porque lo que hay que leer principalmente de los sondeos de opinión, es que Margarita aún no hace campaña y López Obrador viene haciendo campaña casi desde que nació y ni así marca diferencia.
Y para que el de Macuspana ya no tenga motivo para seguir polarizando y enrareciendo el clima político antes y después de las elecciones, lo único que se necesita es darle un amplio margen a su derrota.
En el caso del PRI y por el desgaste natural del partido por el ejercicio de gobierno, más la desastrosa imagen del PRD, será muy posible que los indecisos hagan de su voto algo útil, dándole su apoyo a la ex primera dama.
La comparación López-Trump, López-Maduro y López-López (él solito se hace daño), será decisiva para dejarlo en un lejano tercer o cuarto lugar.
Si a eso le agregamos las opciones independientes que dividirán el voto en algunas entidades, tanto Trump como López Obrador estarán preparando maletas para irse al rancho del segundo; es decir, ‘La Chingada’.
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