México, memoria de corto plazo
El sismo del 19 de septiembre pasado, conmocionó a todo el país y a varios extranjeros. A muchos (también a mí, por supuesto) nos puso en predicamento, pues muchas personas perdieron su patrimonio, su trabajo y lo que es peor, a seres queridos. Sin embargo, muchos no tuvimos pérdidas tan significativas, pues lo único que nos lastimó realmente fue todo el suceso social como tal, ver como todos en primera estancia corrieron a ayudar, tantas personas que empezaron a tener redes de apoyo para los afectados.

La efervescencia que ocasiona todo suceso que afecte a la sociedad mexicana, esa unión inmediata de todos los ciudadanos, el deseo enorme de ayudar a los vulnerables, ese instinto de ser héroes anónimos, pero héroes al final de cuentas. Esos rescatistas amateur que se aventuran a ayudar a los que están en desgracia, que se sienten tan comprometidos con esa labor social que olvidan que no tienen la capacitación ni el conocimiento para realizar estas tareas y que muchas veces, en lugar de ayudar, entorpecen el rescate.

Y después, la depresión que nos abrazó a muchos, esa tristeza que se propaga como epidemia cuando caemos en cuenta de que la situación será peor de ahora en adelante, como si no hubiéramos estado lo suficiente jodidos, toda esta recesión y devaluación que esto conlleva, esa mirada crítica y objetiva que nos muestra un futuro que no es alentador.

Luego regresa la apatía, se acaba la solidaridad y el compañerismo, todos vuelven a su vida, a su papel, volvemos al individualismo, ver solo por nosotros mismos, ese rasgo egoísta que nos distingue, porque no, seamos realistas, la solidaridad siempre dura una o dos semanas, luego otra vez cada quién a rascarse con sus propias uñas, todos volvemos a ver por nuestros propios intereses y dejamos a los demás con sus problemas, con sus penas.

A casi un mes de la tragedia, volvemos a nuestra rutina, a nuestra arrogancia, volvemos a nuestra racismo, elitismo, sexismo y violencia. Volvemos a burlarnos de una candidata independiente por ser indígena, volvemos a sufrir acoso y violencia sexual solo por el hecho de ser mujeres. Volvemos a los números rojos en feminicidios, delincuencia y crimen organizado.

México, vuelve a ser México, ese que queremos cambiar, pero que no hacemos nada real para lograrlo.

deysisnhn@gmail.com


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