En cualquier parte del mundo la risa es muy necesaria. Siempre estamos en busca de divertirnos de la forma que mejor nos acomoda. Nos cae muy bien rodearnos de personas con buen humor.
En los círculos sociales que solemos frecuentar, normalmente encontramos a por lo menos un personaje que posee una cualidad especial para hacernos reír voluntaria o involuntariamente.
En ocasiones no lo llamamos por su nombre y mejor optamos llamarlo por su apodo; es el chistoso del grupo, el que nos hace más ligera la reunión. El chistoso no siempre opta por contar chistes, también se le da lo del stand-up algunas veces, y otras, nos hace reír madreando a alguien del grupo. Incluso a uno le toca de vez en cuando que se lo madree y se lo perdonamos porque así nos llevamos.
La cosa se pone distinta cuando el chistoso, que no es más que un cuate que no se toma nada con seriedad, nos pide el favor de que lo recomendemos para una chamba o que directamente lo ayudemos a encontrar trabajo.
Ni cómo ayudarle. Se la pasa de mamón todo el tiempo. Sí, es cierto que le festejamos sus ocurrencias, pero nada más de recordar que fue el más atrasado de la clase o que nunca se ha tomado con responsabilidad las cosas que se le ponen enfrente y todo lo intenta solucionar con bromitas, hasta cae gordo en otros ámbitos de la convivencia. Le sacas la vuelta, ni modo. Está bien para una pachanga con cervezas y otras bebidas de por medio, pero a la hora de la vida real… mejor no.
Eso es exactamente lo que está pasando con ‘el peje’ (ya ve, prefiero llamarlo por su sobrenombre que mencionar el nombre que le pusieron sus papás). En su campaña de casi 2 décadas todo ha sido chacota, que si pirruris, que si los blancos no conocen al país, que si cállate chachalaca, que si vamos a perdonar a los criminales y a chingar a los soldados, que si no me parezco a los comunistas, pero los de mi partido y los de mis aliados son adoradores del régimen Norcoreano, que si hoy apoyo a los Abarca y a Eva Cadena y mañana me hago el que ni los conozco y así, muchas bromitas más.
¿Le daría Usted chamba al mamón de las campañas?
Yo no.
Twitter: @adejorge
En los círculos sociales que solemos frecuentar, normalmente encontramos a por lo menos un personaje que posee una cualidad especial para hacernos reír voluntaria o involuntariamente.
En ocasiones no lo llamamos por su nombre y mejor optamos llamarlo por su apodo; es el chistoso del grupo, el que nos hace más ligera la reunión. El chistoso no siempre opta por contar chistes, también se le da lo del stand-up algunas veces, y otras, nos hace reír madreando a alguien del grupo. Incluso a uno le toca de vez en cuando que se lo madree y se lo perdonamos porque así nos llevamos.
La cosa se pone distinta cuando el chistoso, que no es más que un cuate que no se toma nada con seriedad, nos pide el favor de que lo recomendemos para una chamba o que directamente lo ayudemos a encontrar trabajo.
Ni cómo ayudarle. Se la pasa de mamón todo el tiempo. Sí, es cierto que le festejamos sus ocurrencias, pero nada más de recordar que fue el más atrasado de la clase o que nunca se ha tomado con responsabilidad las cosas que se le ponen enfrente y todo lo intenta solucionar con bromitas, hasta cae gordo en otros ámbitos de la convivencia. Le sacas la vuelta, ni modo. Está bien para una pachanga con cervezas y otras bebidas de por medio, pero a la hora de la vida real… mejor no.
Eso es exactamente lo que está pasando con ‘el peje’ (ya ve, prefiero llamarlo por su sobrenombre que mencionar el nombre que le pusieron sus papás). En su campaña de casi 2 décadas todo ha sido chacota, que si pirruris, que si los blancos no conocen al país, que si cállate chachalaca, que si vamos a perdonar a los criminales y a chingar a los soldados, que si no me parezco a los comunistas, pero los de mi partido y los de mis aliados son adoradores del régimen Norcoreano, que si hoy apoyo a los Abarca y a Eva Cadena y mañana me hago el que ni los conozco y así, muchas bromitas más.
¿Le daría Usted chamba al mamón de las campañas?
Yo no.
Twitter: @adejorge