El complejo de escritor
Después de dejar de escribir por largo tiempo estoy de regreso, ni siquiera sé si esta columna sea publicada, pero acá estamos.

Pasa que, a mí, como a muchas personas que conozco, siempre me ha gustado esto de escribir y no solo lo que pienso, no todo se resume a una opinión sobre diversos temas; sino que también se me da eso de escribir cuentos y tengo algunos intentos torpes de poesía.

¿Por qué empiezo hablando de mí? Pues porque al final de cuentas, si algunos de ustedes ya me leyeron, ya conocen una parte de quién soy. Ya saben que hablo a veces de política y otras de cuestiones de género y que también he compartido un par de cuentos.

Pero esta vez no se trata solo de lo que yo he hecho, sino de todos los que ejercemos la escritura y que no somos, o no nos reconocemos como escritores, pues para mí, en lo personal, ser escritor no se trata de tener uno o dos cuentos o columnas mediocres, sino, se trata de ser constante de ir ganando un título de ese tamaño, poco a poco.

Y sin embargo, no es raro encontrar a un par de payasos que se autonombran escritores, de esos que escriben dos poemas “posmos”, que no tienen sentido, pero como sus amigos les dijeron que era aceptable, no siquiera bueno, ya se creen escritores.

Pobres personajes inflados de ego y más pobres aquellos que a pesar de trabajar arduamente, día tras día, pasan por la vida, invisibles, simples, volátiles.

El escritor es un ser imaginativo, aquél que tiene la necesidad de plasmar en letras todos los mundos que inventa su cabeza. Ese ser que siente la necesidad de vomitar todo lo que se desborda en su interior y que, si se aleja en algún momento, regresará para seguir escribiendo.

No, yo no soy escritora, pero hoy como muchas veces he sentido la necesidad de regresar y escribir; escribir hasta que este monstruo que tengo en la cabeza se calme.

deysisnhn@gmail.com 


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