De conformidad con las entregas anteriores, ya sabemos cuáles son los gobiernos divididos, conocemos cuales son los modelos de gobierno que hay en el mercado de las ideas políticas; también conocemos cuál es el modelo que puede tener el respaldo más amplio de los votantes. Bueno pues, ahora toca analizar que representa cada uno de los candidatos con relación al tema.
Pero para desarrollar el análisis requerimos de un marco de referencia para interpretar la coyuntura política. Hasta el momento, hay por lo menos tres marcos que usan los especialistas para explicar la lógica de la competencia electoral, todos de utilidad para entender y tomar decisiones frente a las urnas: el binomio gobierno-oposición o sistema-antisistema, el gobierno cártel y régimen.
El binomio gobierno-oposición, es en buena medida el modelo desarrollado por AMLO y es el modelo que recuperan buena parte de los especialistas en estudios demoscópicos para explicar lo que hay detrás de sus números, pero bajo la denominación de voto prosistema o voto antisistema. En este binomio marco, todo es sistema, pro gobierno, PRIAN o de plano la mafia del poder; la única oposición posible, real, creíble, es MORENA y sus aliados, una coalición antisistema.
En su ensayo sobre la “Ineficacia de los gobiernos”, Ricardo Becerra señala a pesar de la democratización y de la alternancia en el poder presidencial, en México se constituyó una especie de gobierno cártel, caracterizado por una ausencia de oposición en el terreno económico; una situación donde no existen diferencia significativas que dividan a los protagonistas de los partidos políticos, por muy enérgica que sea la competencia entre ellos. Ese gobierno cártel, se forjó en el seno del salinismo entre el PRI y el PAN, especialmente en materia económica, pero con concesiones significativas en la arena política.
Este gobierno cártel que menciona Becerra en el plano económico, tiene sus principales cabezas u operadores en dos grupos políticos de gran influencia: los Calderón y los calderonistas (ahora, en su mayoría, ex panistas y feroces críticos de Anaya) y el ala técnica del peñismo. Dicho de otra forma, son los tecnócratas que colonizaron ambos partidos y estudiaron ya saben dónde.
Para poder mantener la competencia política en la lógica en que había venido desarrollándose hasta 2015, era indispensable, mantener el control de ambas maquinarias políticas, por ello en buena medida, Margarita sería la candidata del PAN y para competir en mejores condiciones frente al PAN, el PRI presentaría un candidato independiente, con ancestros revolucionarios (acuérdate de Joaquín) y tatuajes azules, una jugada perfecta con un candidato perfecto.
En la lógica del gobierno cártel, el candidato que quedara abajo en las preferencias electorales, con maquinaria, omisión o voto útil, le sumaría votos al otro para derrotar a ya saben quién, la lógica de la competencia era sistema-antisistema, pero algo salió mal y Ricardo Anaya que no es tecnócrata ni miembro de la familia real michoacana, les arrebató el control del PAN y para colmo, falló la receta para controlar la carrera precios-salarios que los tecnócratas llegaron a combatir, y se desató una carrera donde los salarios ya no corren, pero los precios han acelerado al alza; todo ello, en medio de un escándalo de corrupción sin precedentes. La jugada y el candidato, dejaron de ser perfectos.
Con la salida de los calderonistas del PAN, no se fracturó el partido, se fracturó el cártel que perdió el control de uno de sus partidos. La pérdida del PAN por parte del gobierno cártel, cambio la lógica de la lucha política en 2018 y agregó un nuevo referente en la lógica de la competencia y en la oferta política: el cambio de régimen político, planteado como una idea sin forma en la plataforma política de la coalición que conforman el PAN, PRD y MC. Desde la perspectiva del régimen, lo que ofrecen hoy las tres coaliciones que se disputan el poder político en México es: cambio, continuidad o regresión del régimen político ¿Usted que prefiere?
Si prefiere el cambio y leyó las entregas anteriores, ya conoce que se puede hacer y qué es lo que más conviene, en términos de legitimidad y para tener un punto de partida, pero bueno, aquí le dejamos; creo que ahora si tenemos los elementos necesarios para analizar a cada uno de los candidatos. Usted diga con quien empezamos en la próxima entrega.
Pero para desarrollar el análisis requerimos de un marco de referencia para interpretar la coyuntura política. Hasta el momento, hay por lo menos tres marcos que usan los especialistas para explicar la lógica de la competencia electoral, todos de utilidad para entender y tomar decisiones frente a las urnas: el binomio gobierno-oposición o sistema-antisistema, el gobierno cártel y régimen.
Sistema-antisistema
El binomio gobierno-oposición, es en buena medida el modelo desarrollado por AMLO y es el modelo que recuperan buena parte de los especialistas en estudios demoscópicos para explicar lo que hay detrás de sus números, pero bajo la denominación de voto prosistema o voto antisistema. En este binomio marco, todo es sistema, pro gobierno, PRIAN o de plano la mafia del poder; la única oposición posible, real, creíble, es MORENA y sus aliados, una coalición antisistema.
El Gobierno Cártel
En su ensayo sobre la “Ineficacia de los gobiernos”, Ricardo Becerra señala a pesar de la democratización y de la alternancia en el poder presidencial, en México se constituyó una especie de gobierno cártel, caracterizado por una ausencia de oposición en el terreno económico; una situación donde no existen diferencia significativas que dividan a los protagonistas de los partidos políticos, por muy enérgica que sea la competencia entre ellos. Ese gobierno cártel, se forjó en el seno del salinismo entre el PRI y el PAN, especialmente en materia económica, pero con concesiones significativas en la arena política.
Este gobierno cártel que menciona Becerra en el plano económico, tiene sus principales cabezas u operadores en dos grupos políticos de gran influencia: los Calderón y los calderonistas (ahora, en su mayoría, ex panistas y feroces críticos de Anaya) y el ala técnica del peñismo. Dicho de otra forma, son los tecnócratas que colonizaron ambos partidos y estudiaron ya saben dónde.
Para poder mantener la competencia política en la lógica en que había venido desarrollándose hasta 2015, era indispensable, mantener el control de ambas maquinarias políticas, por ello en buena medida, Margarita sería la candidata del PAN y para competir en mejores condiciones frente al PAN, el PRI presentaría un candidato independiente, con ancestros revolucionarios (acuérdate de Joaquín) y tatuajes azules, una jugada perfecta con un candidato perfecto.
En la lógica del gobierno cártel, el candidato que quedara abajo en las preferencias electorales, con maquinaria, omisión o voto útil, le sumaría votos al otro para derrotar a ya saben quién, la lógica de la competencia era sistema-antisistema, pero algo salió mal y Ricardo Anaya que no es tecnócrata ni miembro de la familia real michoacana, les arrebató el control del PAN y para colmo, falló la receta para controlar la carrera precios-salarios que los tecnócratas llegaron a combatir, y se desató una carrera donde los salarios ya no corren, pero los precios han acelerado al alza; todo ello, en medio de un escándalo de corrupción sin precedentes. La jugada y el candidato, dejaron de ser perfectos.
El régimen
Con la salida de los calderonistas del PAN, no se fracturó el partido, se fracturó el cártel que perdió el control de uno de sus partidos. La pérdida del PAN por parte del gobierno cártel, cambio la lógica de la lucha política en 2018 y agregó un nuevo referente en la lógica de la competencia y en la oferta política: el cambio de régimen político, planteado como una idea sin forma en la plataforma política de la coalición que conforman el PAN, PRD y MC. Desde la perspectiva del régimen, lo que ofrecen hoy las tres coaliciones que se disputan el poder político en México es: cambio, continuidad o regresión del régimen político ¿Usted que prefiere?
Si prefiere el cambio y leyó las entregas anteriores, ya conoce que se puede hacer y qué es lo que más conviene, en términos de legitimidad y para tener un punto de partida, pero bueno, aquí le dejamos; creo que ahora si tenemos los elementos necesarios para analizar a cada uno de los candidatos. Usted diga con quien empezamos en la próxima entrega.