Hace algunos días salió a la luz pública una imagen de Ricardo Anaya con algunas de las “autoridades morales” de este país, entiéndase este concepto como aquellas personas que se sienten pioneras en la lucha contra la corrupción y creen gozar de cierto privilegio, no sé si por su academia o su dinero, para determinar qué está bien y qué está mal en la sociedad mexicana.
Entre las “personalidades” estaban Juan Pardinas y Denisse Dresser; no pongo al mismo nivel a Jorge Castañeda ni a Javier Corral, este último me parece muy difícil de leer estos últimos meses ya que ha sido uno de los servidores públicos que he admirado los últimos años tanto como diputado como senador.
La foto fue criticada inmediatamente por Aurelio Nuño cuestionando si los analistas que ahí aparecían eran analistas o parte del staff de Anaya.
La imagen es esquizofrénica porque, aunque Pardinas alegue que también se sentó con Nuño, la comida y las implicaciones de esta no tienen comparación con una simple reunión privada en alguna oficina. Es imposible creer que en esa mesa no existía una agenda y el interés, al menos, de participar en algún proyecto en conjunto. Es decir, representantes de la derecha que se supone defienden los intereses de la clase conservadora en México (que sí existe) sentados junto a los representantes de la pseudo izquierda intelectual que participan en marchas y demás activismo social contra “el sistema” (lo que sea que hemos querido dar a entender los mexicanos con ese concepto).
La pregunta obligada para estas elecciones será: ¿Quién va a ser el representante de la izquierda en México? ¿Será Andrés Manuel con su constitución moral? ¿Será el PAN, partido conservador por definición? ¿O será alguno de los independientes que ya festejaban su invitación a registrarse como candidatos como una garantía de estar en la boleta hasta que Lorenzo Córdova apareció para amargar la fiesta y decir que no será sino hasta el 29 de marzo que se defina quién si y quién no aparecerá en la boleta?
Twitter: @carlosimm
Entre las “personalidades” estaban Juan Pardinas y Denisse Dresser; no pongo al mismo nivel a Jorge Castañeda ni a Javier Corral, este último me parece muy difícil de leer estos últimos meses ya que ha sido uno de los servidores públicos que he admirado los últimos años tanto como diputado como senador.
La foto fue criticada inmediatamente por Aurelio Nuño cuestionando si los analistas que ahí aparecían eran analistas o parte del staff de Anaya.
La imagen es esquizofrénica porque, aunque Pardinas alegue que también se sentó con Nuño, la comida y las implicaciones de esta no tienen comparación con una simple reunión privada en alguna oficina. Es imposible creer que en esa mesa no existía una agenda y el interés, al menos, de participar en algún proyecto en conjunto. Es decir, representantes de la derecha que se supone defienden los intereses de la clase conservadora en México (que sí existe) sentados junto a los representantes de la pseudo izquierda intelectual que participan en marchas y demás activismo social contra “el sistema” (lo que sea que hemos querido dar a entender los mexicanos con ese concepto).
La pregunta obligada para estas elecciones será: ¿Quién va a ser el representante de la izquierda en México? ¿Será Andrés Manuel con su constitución moral? ¿Será el PAN, partido conservador por definición? ¿O será alguno de los independientes que ya festejaban su invitación a registrarse como candidatos como una garantía de estar en la boleta hasta que Lorenzo Córdova apareció para amargar la fiesta y decir que no será sino hasta el 29 de marzo que se defina quién si y quién no aparecerá en la boleta?
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