Maquinarias
En las entregas pasadas hemos hablado de lo que representan los candidatos a la Presidencia de la República de cada una de las coaliciones, con relación al régimen: continuidad, regresión o cambio; también hablamos de los candidatos independientes, cómo jugarán, qué función tienen en este proceso electoral; y también, ante la campaña negra del “peñismo” en contra de Ricardo Anaya, analizamos cuáles podrían ser los posibles escenarios si la campaña tiene como objetivo sacarlo de la boleta electoral.

Pues bien, partiendo del supuesto de que los seis personajes estarán en la boleta electoral (esta semana a trascendido que posiblemente “El Bronco” y Ríos Piter queden fuera por anomalías en la recolección de firmas) hagamos un sencillo ejercicio de números, asignando el 30% de los posibles votos a cada uno de los candidatos de las tres coaliciones electorales. Si no le satisface el número asignado a cada uno estimado lector, usted podrá hacer su propio ejercicio, usando los números que más le gusten.

Al PRI, le asignamos el 30% porque en mayor o menos medida, en esa cantidad ronda su voto duro y la capacidad y fuerza de operación política de su maquinaria partidista; a MORENA la dejamos también en 30%, ya que a pesar de andar arriba en las encuestas de preferencias electorales, la mayoría de los analistas coincide en señalar que su techo electoral ronda más o menos en 30%; le damos el 30% a la coalición “Por México al Frente”, porque la suma de la votación de los tres partidos y sus respectivas estructuras operativas, también les dan más o menos la misma cantidad.

Bueno, también se trata de partir de un piso parejo. Si las tres coaliciones con sus respectivas maquinarías políticas son capaces de despertar el interés, simpatía, lealtad, identidad, o lo que sea, del 90% de los potenciales votantes; el resto de la votación (el 10%) se dividirá entre los candidatos independientes, aproximadamente en la siguiente proporción: 4% para Margarita Zavala, 4% para Jaime Rodríguez y 2% por ciento para Armando Ríos Piter.

Si cada una de las coaliciones es capaz de convencer, mantener y refrendar el apoyo su respectivo porcentaje de votantes, entonces adquiere sentido una campaña negra como la que el “peñismo” ha iniciado, contra Ricardo Anaya que a estas fecha se estima que ya le bajo dos puntos; si se instrumenta una campaña semejante en contra de AMLO, el techo que le asignamos podría bajar a 28%, igual que Anaya y los cuatro puntos que puedan perder ambos, seguramente puede repartirse entre los candidatos independientes que ya estarían peleándose el 14% de los votos.

Las campañas de desprestigio difícilmente pueden sumar preferencias para alguno de los candidatos de las tres coaliciones, lo que ellos pierdan en preferencias, lo ganaran los independientes; si las campañas de desprestigio se intensifican al extremo de lograr arrancarle dos puntos más a cada una de las coaliciones: tendríamos a la coalición encabezada por el PRI con un 28%, AMLO y Anaya con 26 cada uno, y el 20% para repartir entre los independientes ¿Y si de los candidatos independientes, sólo queda Margarita? La cosa se pone interesante.

Para llegar a un escenario como el que se acaba de describir, además de las campañas negras, juegan un papel fundamental los operadores políticos, los recursos y las maquinarias; de estos tres factores dependerá en buena medida el resultado de la elección, como sucedió en el estado de México. La maquinaría que está sembrada por todo el país es la del PRI; las maquinarías del PAN y PRD juntas, pueden dar la pelea, pero difícilmente igualar su capacidad operativa; la maquinaría de Morena está en proceso de construcción, quizás logren sembrarla en todo el país con el apoyo de la maestra; pero comparada con las maquinarias de las otras coaliciones, es más débil.

La maquinaria es importante porque es la estructura donde se monta y trabaja el operador político y es la estructura por dónde fluyen y se administran los recursos; también es la estructura de dónde salen los representantes y suplentes de partido para todas las casillas y por supuesto, también puede aportar observadores electorales. ¿Quién tiene más y mejores operadores políticos? ¿Quién tiene más recursos? De esto hablaremos la próxima semana.


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