En la recta final no habrá tres candidatos, o cuatro, con posibilidades reales de alcanzar la Presidencia de la República sino un puntero, uno nada más, y otro, el segundón, que si lograra sumar los votos del rechazo ciudadano al más aventajado podría, finalmente, salir victorioso.
O sea, que el PRI necesita del PAN y que los blanquiazules necesitan igualmente de los tricolores si es que su supremo propósito es cerrarle el paso al caudillo, como uno esperaría.
Ah, y a la mismísima Margarita no le convendría tampoco nada que se redoblaran los ataques contra su “espurio” marido, pero ya no desde la carpa de un mal perdedor acampado en pleno Paseo de la Reforma sino lanzados desde el supremo despacho del Palacio Nacional. ¿Qué hará la mentada Margarita, por cierto? ¿Se emperrará en seguir luchando denodadamente hasta el último minuto o, llegado el momento de tomar una decisión de auténtica mujer de Estado (no de panista agraviada y vengativa), pedirá que los votos que le hubieren beneficiado a ella le sean transferidos a Ricardo Anaya?
Lo repito: ni a la señora Zavala de Calderón ni a don Felipe les va a ir nada bien si el principalísimo inventor de la especie del “fraude” electoral toma las riendas del poder. Y a los otros tampoco, aunque parece que no se enteran todavía. Olvidemos lo de los perdones ya otorgados magnánima y anticipadamente a los priistas en busca de inmunidades: el hombre va directamente a desmantelar todo el sistema instaurado por Enrique Peña: va a cancelar las reformas estructurales y va a borrar cualquier atisbo de modernidad en los proyectos del Estado. ¿Eso quieren, Peña y los suyos, a cambio de la cacareada amnistía? A lo mejor les conviene en lo personal. Pero el costo en otros términos es altísimo para la nación. Les tendría que preocupar un poquitín, después de todo. ¿O no?
En lo que toca al Partido Acción Nacional, si es que su brillante candidato cayera a un miserable y roñoso tercer lugar en vísperas de la gran cita electoral. ¿podríamos esperar que le dispensara generosamente su bendición a Meade? Insisto: serán también ellos, los panistas, los grandes perjudicados si gana el otro.
Hay que convencerlos a todos de que les va a ir muy mal, oigan, para que, asustados de veras, cedan y concedan. Vamos a ver…
revueltas@mac.com
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
O sea, que el PRI necesita del PAN y que los blanquiazules necesitan igualmente de los tricolores si es que su supremo propósito es cerrarle el paso al caudillo, como uno esperaría.
Ah, y a la mismísima Margarita no le convendría tampoco nada que se redoblaran los ataques contra su “espurio” marido, pero ya no desde la carpa de un mal perdedor acampado en pleno Paseo de la Reforma sino lanzados desde el supremo despacho del Palacio Nacional. ¿Qué hará la mentada Margarita, por cierto? ¿Se emperrará en seguir luchando denodadamente hasta el último minuto o, llegado el momento de tomar una decisión de auténtica mujer de Estado (no de panista agraviada y vengativa), pedirá que los votos que le hubieren beneficiado a ella le sean transferidos a Ricardo Anaya?
Lo repito: ni a la señora Zavala de Calderón ni a don Felipe les va a ir nada bien si el principalísimo inventor de la especie del “fraude” electoral toma las riendas del poder. Y a los otros tampoco, aunque parece que no se enteran todavía. Olvidemos lo de los perdones ya otorgados magnánima y anticipadamente a los priistas en busca de inmunidades: el hombre va directamente a desmantelar todo el sistema instaurado por Enrique Peña: va a cancelar las reformas estructurales y va a borrar cualquier atisbo de modernidad en los proyectos del Estado. ¿Eso quieren, Peña y los suyos, a cambio de la cacareada amnistía? A lo mejor les conviene en lo personal. Pero el costo en otros términos es altísimo para la nación. Les tendría que preocupar un poquitín, después de todo. ¿O no?
En lo que toca al Partido Acción Nacional, si es que su brillante candidato cayera a un miserable y roñoso tercer lugar en vísperas de la gran cita electoral. ¿podríamos esperar que le dispensara generosamente su bendición a Meade? Insisto: serán también ellos, los panistas, los grandes perjudicados si gana el otro.
Hay que convencerlos a todos de que les va a ir muy mal, oigan, para que, asustados de veras, cedan y concedan. Vamos a ver…
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