El pizarrón de corcho
Dentro del marco de las actividades del Gabinete Nacional de Seguridad (GNS), se despliegan las tareas de las unidades terrestres de infantería, fuerzas armadas navales y aéreas de la federación y en operativos coordinados con las policías de las entidades federativas. La Operación Noreste, se encarga de las actividades para reducir y contener la violencia en Coahuila, Nuevo León, San Luis Potosí y Tamaulipas. La tarea aún no se termina.

Fue en aquel mes de mayo de 2014, cuando el entonces Secretario de Gobernación (SEGOB), Miguel Ángel Osorio Chong, anunció con bombos y platillos, confeti y aceitunas en martinis, la ejecución inmediata de la nueva estrategia de seguridad para Tamaulipas; se trataba de algo similar a los operativos que ya tenían en marcha en el estado de Michoacán ante la ola de violencia por parte de los grupos de la delincuencia organizada.

Las reestructuradas labores para combatir prioritariamente a los criminales de alto impacto, obligó al Gabinete Nacional de Seguridad (GNS), delimitar con una división geográfica especial el territorio tamaulipeco, integrado por 43 municipios, tres puertos marítimos y para variar una conexión terrestre con San Luis Potosí, Nuevo León y Veracruz; al norte tiene a los principales consumidores de estupefacientes y líderes mundiales en el tráfico de armas, Estados Unidos. 

La que para ese entonces era la nueva división territorial del estado tamaulipeco, quedó comprendida en las cuatro zonas con mayor índice delictivo, bajo el mando de la Secretaría de Marina Armada de México (SEMAR) o de la Defensa Nacional (SEDENA), la marcada y tajante orden de detener de una u otra manera, a los 12 blancos prioritarios generadores de violencia de los grupos delictivos predominantes, era el trabajo especial del GNS.

Cabe señalar que, en aquellos ayeres, el entonces senador y ahora Gobernador del estado, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, había solicitado a los titulares del ejecutivo federal “implementar las acciones necesarias para contar con una estrategia integral, a fin de combatir la inseguridad en esa entidad federativa” (Boletín 340 de la Coordinación de Comunicación Social del Senado de la República). Al tiempo, parece que Cabeza de Vaca dictaba en gobernación, o incluso en el mismo Senado.

Se asestaron los primeros golpes y se logró desarticular a varias bandas criminales; asimismo, con el paso del tiempo, se cumplió el objetivo de detener a los 12 blancos prioritarios... la desarticulación de las organizaciones delictivas, el sellamiento de rutas del tráfico y la recuperación de la efectividad gubernamental, aunado de la neutralización de los 12 más violentos había quedado, pero y ¿después de esto qué seguía? La operación político-militar fue bien aceptada por los grupos económicos y de poder en el estado.

Pero era obvio que dadas las circunstancias, detenido o abatido un presunto delincuente, surgía el ungimiento de un nuevo mando, sin embargo, la desfragmentación al interior de los cárteles era notoria, ya que algunas fracciones comenzaron a desconocer a sus nuevos líderes, algunos armaron sus propias células para disputarse la versatilidad de negocios e ingresos económicos a costa de los tamaulipecos de bien, pocos, pero muy pocos, decidieron abrirse e invirtieron su dinero en algún negocio, insisto, fueron los menos, pero sí los hay; mientras que la lucha por el control de la plazas como Tampico, Aldama, Ciudad Mante, Ciudad Victoria, Mier, Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo, por citar sólo algunas, continúa.

Es evidente que la desbandada criminal no fue prevista en la Estrategia de Seguridad, ya que se enfocó en reducir los delitos de alto impacto, a pesar de que las estadísticas marcaban un claro descenso, no cesaban y aunado a ello, el incremento de los delitos del fuero común provocaban temor y reclamos de la sociedad contra las autoridades; la historia de la narcoguerra era ya desestimada, tanto que era más plausible la captura de una banda de asaltantes que la captura de un líder criminal.

Entonces, el Grupo de Coordinación Tamaulipas (GCT), bajó la guardia y se vino un torrencial viento de plomo, fuego y explosión, sin duda ese había sido el costo y el inicio de una nueva etapa donde los criminales volvieron a hacer de la suyas, enfrentándose entre ellos, atacando a las autoridades y ejecutando personas en vía pública ante el asombro de los transeúntes. Era el tiempo de la transición Egidio-Francisco, la época en la que comenzaban los vientos de cambio y el tiempo para todos, desde entonces, aquí, allá y más allá parece que la turbulencia arreció.

Claramente la estrategia falló, los nuevos mandos militares no supieron y siguen sin saber qué hacer para contener la violencia, no se necesita ser experto para intuir un distanciamiento o llámale divorcio si prefiere, entre el Secretario de Seguridad Pública de Tamaulipas el contralmirante de la SEMAR Augusto Cruz Morales y las fuerzas militares, sólo se requiere indagar un poco para confirmar que no está al nivel de lo que le pide el jefe de Tamaulipas, incluso se dejó de apoyar a las tropas federales, también se les retiró la famosa compensación por trabajar en áreas que no les corresponden, la constante rotación de mandos en la Policía Estatal y un sinfín de cosas que están a la vista del ciudadano en general, es preocupante y todos se preguntan ¿qué está por venir?

De saberlo, ya habríamos comprado boleto para la lotería; la otra realidad es que desde hace aproximadamente 22 meses, Tamaulipas parece pizarrón de corcho o ventanilla de dependencia gubernamental llena de cuartillas anunciando mil y un situaciones que se viven en la entidad, desafortunadamente todas relacionadas al crimen organizado y acusaciones directas contra altos funcionarios estatales y jefes de las Fuerzas Federales.

En octubre de 2016 comenzó el mandato del gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, el panista que ni se dobla, ni se vende y en diciembre llega el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el hombre que insistió en ganar la presidencia hasta lograrlo, dos hombres con mucho empuje, de mucha acción y menos palabrerío, dos políticos igual de perseverantes, no en vano están donde están. Ojalá se entiendan pronto y sea para bien de todos.

davidcastellanost@hotmail.com


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