Serán vueltos atrás y en
extremo confundidos…
Isaías 42:17
A contrapelo de lo narrativa de los medios y la mayoría de los opinantes, el PRI no perdió; el que perdió fue el grupo de la tecnocracia encabezada por los “itamitas”, en tanto que el viejo partido logró consumar su cuarta transformación y hoy luce más fuerte y poderoso que nunca. De PRI a PRIMOR, cuál serpiente, mudo de piel para adquirir una MORENA. No fue la debacle que se pregona, fue una metamorfosis más de la bestia, que hoy con nuevos ropajes, luce más fuerte que nunca.
La nueva aplanadora, está lejos de ser el cayuco completo al que hizo alusión en entonces candidato de MORENA, para pedir el respaldo ciudadano en el Congreso; la nueva aplanadora es un poderoso acorazado superior al Titánic y me parece, que difícilmente naufragará, seguirá navegando exitoso por muchos años; navegará con éxito aún en aguas adversas y eventualmente (parafraseando a Huntington) podrá montarse en la tercera contraola democrática; ese poderoso acorazado puede quebrar sin mucho tramite una democracia, más aún si ésta es débil, escandalosamente cara y de ínfima calidad.
El PNR de Calles vive su cuarta transformación y está más fuerte que nunca. Lo que escribe Salvador García Soto (El Universal, julio 5), confirma lo que los enterados murmuraban por doquier en cafés y pasillos: que destacados priístas del primer círculo del Presidente Peña, operaban para MORENA. El PRI de la cuarta transformación luce más poderoso que nunca, con la vieja maquinaria, peñistas y calderonistas a bordo del cayuco acorazado; los primeros para comprar impunidad; los segundos, haciendo las “talachas” más sucias y baratas, que avergonzarían a cualquier panista de raíces profundas.
Regresamos a 1929, el PRI está más fuerte que nunca. Hasta el momento, esta es la única cuarta transformación que veo con la victoria de López Obrador, pero la historia aún está por escribirse. Hay tres caminos: virar un tanto a la izquierda, sin rumbo y dar continuidad a un régimen qué, por la adaptabilidad de su partido y de sus cuadros, puede tener vida por otros 89 años.
Puede timonear para desarrollar, consolidar y ampliar sus clientelas y volver más poderoso su acorazado, cerrar los canales democráticos y el pluralismo político, hacer a un lado las instituciones estableciendo un canal directo entre el líder y la masa y creando una especie de tiranía que bien podría conocerse como la República de un solo hombre, la República del Peje.
En lo particular en el plano económico, me gustaría que tome un camino que pueda cerrar las brechas que hay entre la concentración excesiva de la riqueza y la pobreza extrema; en el plano político me gustaría que esa cuarta transformación se consolide como una cuarta República, que le dé al ciudadano ese poder que hasta la fecha le ha sido escamoteado por los partidos políticos y un rediseño y mejora profunda del andamiaje político institucional que permita elevar la calidad de nuestra democracia.
Este último, es el camino que deseo que camine el Presidente Electo López Obrador. A grandes rasgos esos son las bases que debe tener la cuarta transformación. En el plano de las ideas políticas, entiendo que no hay mucho de dónde cortar, la academia, el Sistema Nacional de Investigación, la partidocracia y los medios, se han quedado muy chiquitos. Pues bien, ahora que el Gran Elector ya puso rey, si Él mismo y el editor me lo permiten, damos por cerrado este espacio de opinión, pensado para el proceso electoral y en días próximos daremos inició a uno nuevo: a la Cuarta República.