No era tan malo
Luego de cinco años de pesadilla para el presidente Peña Nieto, derivado de errores y omisiones propias y sumado a errores de sus cercanos y, peor aún, de los inventos, que fueron muchos, de una oposición rabiosa que pronto gobernará, el mandatario parece respirar.

Ya no hay tanto reflector, pero, sobre todo, los ataques orquestados por Morena y sus zombies han disminuido a niveles de simples posturas. Inofensivos, pues ya consiguieron lo que anhelaban.

Se entiende que se le baje a la intensidad por el triunfo contundente que se logró, pero lo que más llama la atención es que muchos de los ataques a la actual administración fueron contra las reformas, mismas que en esencia, podrían perdurar.

Se decía de todo, que se estaba vendiendo al país, que se estaban llenando las bolsas de dinero los cercanos a EPN, que la educativa era una reforma punitiva y estrictamente laboral, que si Trump, que el aeropuerto, el avión presidencial, la gasolina, el TLCAN, y bla, bla, bla.

Y ahora resulta que López Obrador y sus cercanos no proponen grandes cambios a lo realizado por Peña Nieto. Si acaso algún cambio cosmético para que todo siga igual pero que cambie la narrativa.

En el caso del plan de austeridad, lo que hasta hoy parece ser lo más atractivo en el debate público, hay un camino muy largo por recorrer para ver si, en efecto, éste se llevará a cabo estrictamente como lo ha planteado AMLO o le va a tener que bajar dos rayitas por lo inviable que parece, amén de los severos daños que ocasionaría a personas y la de por sí pésima eficiencia de los burócratas.

En resumen, el mensaje que viene de la próxima administración es que, en realidad, Peña no era tan malo, hacia lo que podía y de paso los tenía que aguantar a ellos. Quién lo iba a decir.

Twitter: @adejorge


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