Empresarios, medios de comunicación, organizaciones sociales, gobernadores, legisladores y otros tantos, hacen cualquier cosa por quedar bien con él, seguro esperan ser favorecidos o por lo menos, que no haya muchos cambios en sus condiciones actuales.
Sin embargo, creo que se equivocan. En los primeros días de anuncios frenéticos, López Obrador ha dado muestras de que: 1) Tratará de cumplir con los anhelos de venganza de sus más fanáticos seguidores y, 2) Que sus colaboradores están tratando de sobresalir con anuncios que faltan a la verdad, quién sabe con qué propósitos.
En el punto uno, sobresale la propuesta de disminuir a la mitad el presupuesto para la publicidad oficial. Disminución de recursos que pegarán directamente a los medios de comunicación; muchos de ellos, sólo viven de eso. Y, a parte, hay que esperar a ver cuáles serán los medios beneficiados con el presupuesto que quede luego de dicho recorte, porque, créame, ahí también estará el factor venganza cuando se reparta ese botín. A la espera.
Segundo, los que supuestamente estarán encargados de la continuidad o no de la construcción del nuevo aeropuerto y quien estaría al frente de los foros para recoger el sentir de la ciudadanía y los expertos sobre el tema de seguridad, acaban de mandar señales erróneas de lo que sería el plan a seguir para conseguir el éxito en sus encargos. ¿Ignorancia o mentira para sacar provecho?
Estoy absolutamente convencido que todo este ambiente hipócrita de cordialidad, buenos deseos y sumisión al futuro presidente, no será igual, toda vez que vayamos viendo el rumbo que quiere tomar esta nueva administración.
Pisará cayos, sin duda, y como a Peña Nieto le fue cuando tocó los grandes intereses con sus reformas, a López le irá de la misma forma. Veremos.
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