¿Y el maíz?
En su esquizofrénico arranque, que en realidad no es arranque porque aún no es presidente; pero como si lo fuera porque, principalmente, el actual gobierno le ha cedido todos los reflectores y él, López Obrador, que es un amante de la cámara y el micrófono ha aprovechado, el próximo presidente dice lo que le conviene y calla lo que muy probablemente será imposible de cumplir, aunque lo haya prometido.

Me refiero a la utopía lanzada por él en campaña. Entre otras, habló de recuperar amplias zonas del territorio nacional, principalmente aquellas que están azotadas por el crimen organizado, por la práctica de los agricultores de esas áreas de sembrar amapola.

Para direccionar la atención y tratar de que nadie se acuerde, lanza a través de sus posibles futuros colaboradores el debate sobre la legalización del cultivo de amapola para fines médicos.

En realidad, esa no fue su promesa, de hecho, el prometió el impulso a la siembra de maíz para que los agricultores tuvieran una salida legal y, además, fortalecer sus deseos de autoconsumo nacional.

Nada más falso por lo que se ve. Lo que pretende es el cambio cosmético de las cosas, mediante la chabacana idea de la pacificación ¿cómo? en teoría, jalando a los que hoy siembran ilegalmente esa planta metiéndolos a un programa rigurosamente controlado por el gobierno y otras instituciones internacionales como pasa en Reino Unido e India, entre otros.

Por supuesto que los grupos criminales jugarán un papel importante y la implementación de esa utopía, amén de las presiones de los Estados Unidos que abiertamente ya se han declarado en contra de esa idea, será motivo de encarnizadas guerras que seguramente ganarán los ampones.

Pero aquí el punto es, otra vez, el engaño y la falta de realismo para prometer, además de la evidente ignorancia de los temas para los que supuestamente tenía soluciones mágicas.

¿Y el maíz? Lo seguiremos importando.

Twitter: @adejorge


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