Adiós a la reforma energética
Los nombramientos en el área de energía del próximo gobierno confirman que la reforma energética se va a caer o, en el mejor de los casos, congelar.

Como le dijo López Obrador a Trump, “ambos cumplimos nuestros compromisos”, y el presidente electo de México se abrió capa con las designaciones en Pemex, CFE y secretaría de Energía. Esa reforma va para atrás.

Todos los designados son enemigos frontales de la reforma energética.

Ésta no tiene salvación.

Quizá el caso más llamativo sea el nombramiento de Alberto Montoya Martín del Campo como próximo Subsecretario de Hidrocarburos, quien pone, como ejemplo a seguir en el ramo energético, al chavismo en Venezuela y Evo Morales en Bolivia.

¿Es campaña del terror? ¿Guerra sucia? ¿Promoción del miedo?

Leamos lo que dice el próximo subsecretario de Hidrocarburos, Alberto Montoya, director del Centro de Estudios Estratégicos Nacionales A.C., sobre la reforma energética (expresado en los foros públicos organizados sobre la materia):

“Observemos cómo el pueblo boliviano, sus organizaciones indígenas, cocaleros en particular, colocaron en la presidencia de la República a un representante indígena. Observemos cómo el pueblo brasileño colocó en la presidencia de la República a un dirigente sindical. Observemos cómo el pueblo venezolano, sometido a procesos democráticos, estableció un gobierno que defiende los intereses económicos del pueblo venezolano, porque Venezuela es la nación que tiene las mayores reservas de petróleo del mundo y con una fuerza militar nacionalista que enfrentó los intereses estadounidenses”.

Ese señor va a ser el subsecretario de Hidrocarburos de la secretaría de Energía de México.

Su nacionalismo es peculiar: antiestadounidense a rabiar –aunque no antiTrump, por lo visto. Esto dice:

“Estados Unidos no puede con China y eso explica por qué, desde hace cuarenta años, promovió y acordó con la oligarquía mexicana la subordinación de México, tanto económica como política, a los Estados Unidos, bajo condiciones de un colonialismo económico y una subordinación político-estratégica, que tiene un funcionamiento como un régimen de apartheid que, como todos sabemos, tenemos 30 años de funcionamiento en el que (el país) no crece y se requiere, por lo tanto, para su mantenimiento, de un estado policiaco-militar”.

Bueno, esta persona va a revisar los contratos que ganaron los contratos de exploración y explotación de yacimientos, entre otras compañías, Exxon Mobil, Shell, British Petroleum, Ecopetrol, ENI, CNOOC, entre otras que se asociaron con Pemex.

Cuál será el resultado, ¿cuál será?

Tendrá que analizarlo con el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, el ganadero tabasqueño e ingeniero agrónomo que estará al frente de la paraestatal.

Romero Oropeza no sabe de energía, ni de finanzas, pero es el hombre de todas las confianzas de López Obrador, y es tan nacionalista como él (salvo cuando le escribe a Trump).

Esto dijo el próximo director de Pemex de la reforma energética –citado por León Krauze–, luego de su aprobación en el Congreso:

“Queda consumada la traición y el entreguismo de Peña Nieto, de los diputados del PRI, PAN, PVEM y PANAL, que le están entregando la mitad de nuestra riqueza a los extranjeros, es un día negro y trágico para el país”.

Y añade: “Con ello se borra la expropiación petrolera del general Lázaro Cárdenas en 1938, aquella gesta histórica donde Cárdenas le quita el petróleo a los extranjeros. Ahora Peña y sus cómplices desbaratan la gesta histórica, un día muy lamentable”.

Bueno, ¿qué van a hacer juntos el señor Montoya y el ganadero Romero Oropeza?

Uno será subsecretario de Hidrocarburos y el otro director de Pemex.

¿Van a seguir con la reforma impulsada por Peña Nieto, votada por el PRI, PAN, PVEM y PANAL?

Ya llegaron al poder. En sus manos está el destino de la industria energética, ahora que fueron designados en esas carteras clave.

Como jefes tendrán a Rocío Nahle y a López Obrador, que piensan lo mismo, como veremos mañana.

Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero.


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