“Porque los judíos piden señales,
Y los griegos buscan sabiduría”;
1 Corintios 1:22 (RV)
Si usted leyó el ensayo anterior (Independencia y Federalismo), no le será difícil comprender los motivos por los que ha fallado; si durante casi dos siglos, sólo a funcionado como tal durante los últimos 20 años, y de allí a la fecha todo se descompuso, se hace evidente que ese federalismo utópico, que en sus orígenes sirvió sólo como fachada para repartir en pedazos un territorio que era de una sola pieza (unitario), no debe sorprendernos entonces que al empezar a funcionar como tal, los estados subnacionales y sus territorios municipales, volvieran a repartirse el botín.
A reserva de lo que puedan señalar los expertos en la materia, tengo la impresión de que en los estados subnacionales y sus municipalidades es dónde se está incubando el Estado fallido.
Los estados subnacionales han fallado en su razón de ser y, me parece que si no cambiamos la fórmula, arrasarán -en un futuro no muy lejano- también con el Estado Nacional (bueno, el presidente Peña, casi lo logra) y México se sumará a la lista de los Estados fallidos.
La necesidad de construir un Estado unitario que sustituya el actual arreglo federal, está latente, por lo menos desde hace un par de décadas, pero nos resistimos a reconocerlo a pesar de que el país se nos está haciendo pedazos.
Con la primera alternancia y el empoderamiento de los gobiernos subnacionales, los problemas de eficacia para combatir a la delincuencia organizada, se volvió un problema muy serio al que nos hemos acostumbrado; no es ningún secreto que en casi todas las entidades del país -y en la mayoría de los municipios- las policías están al servicio de diferentes grupos delictivos.
Lo anterior dificulta la coordinación, y entre otras cosas, genera fugas de información que imposibilita el trabajo de inteligencia y contrainteligencia, aunado a que la autoridad federal, nunca logra tener todas las piezas de un rompecabezas completo, de la problemática, sino sólo, en el mejor de los casos, sólo aproximaciones.
En muchos casos, las policías locales, no sólo enfrentan su ya conocida problemática de limitadas capacidades y recursos, sino que adicionalmente, no tienen incentivos para cooperar en un trabajo dónde participan policías de diferentes corporaciones; más bien la delincuencia la incentiva, -cooptándola- para que participe como parte de sus oídos.
Como una solución a lo anterior, se ha propuesto sin resultar eficaz, la figura del “mando único”, lo cual debía entenderse como el mando unipersonal de una autoridad sobre todas las policías del país; así, proponía no más policías estatales y municipales dependientes de diferentes jefes políticos, sino de una sola autoridad con todo el control; pero para que ello funcionara, debía reformarse primero el Estado federal y ser sustituido por un Estado Unitario, como debió ser desde la independencia.
Entiendo, que en buena medida, reformar el Estado en esta vertiente era casi imposible, durante los cuatro lustros que el régimen sólo logró parir gobiernos divididos; lo sucedido en ese tiempo, también es entendible porque a los diferentes gobiernos les faltó visión, sagacidad, pericia y honestidad, y en lugar de idear los caminos para construir un Estado único, robustecieron los feudos estatales y municipales, solapando con ello un saqueo sin precedente de sus respectivas haciendas públicas, pensando o simulando que fortalecían el federalismo.
El denominado mando único y su ineficiencia, es sólo un botón de muestra de la imperiosa necesidad de reformar el Estado; si le seguimos, podemos continuar encontrando verdaderas joyas de instituciones que están mutando por necesidad en ese sentido: la transfiguración del IFE en INE y del IFAI en INAI; son un buenos ejemplos de que en materia electoral y de transparencia, el modelo federal dejó de funcionar, por lo que estas instituciones se transformaron en modelos híbridos que concilian lo local con una autoridad nacional, siendo un adefesio que debe seguir reformándose.
Pero considerando ahora que la coalición encabezada por MORENA tiene los votos necesarios para reformar la Constitución, podría iniciar la llamada cuarta transformación, dejando atrás el federalismo y empezando otra historia con un Estado nacional nuevo, donde los estados subnacionales pasen a ser provincias y subprovincias y que el presidente nombre a sus respectivos gobernantes; después de todo, en breve será así cuando empiecen su trabajo los 32 coordinadores estatales y los 300 coordinadores regionales.
Mejor de una buena vez, construyamos el marco jurídico que se necesita, para dejar de hacerle al cuento con el federalismo mexicano, sus estados soberanos y sus municipios libres, que no es otra cosa que el verdadero cuento de la mafia del poder.
Nos leemos la próxima.