Trump no despeja la amenaza del juicio político

Las confesiones del exabogado Michael Cohen, que, según dijo, le hacía los trabajos sucios, desataron ayer una enérgica reacción de Donald Trump, que minimizó las denuncias y buscó controlar los daños causados por uno de los golpes más duros que recibió su presidencia, pero que no logró despejar la amenaza del juicio político que sobrevuela en Washington.

Cuando faltan tres meses para las elecciones de medio término, las revelaciones de Cohen en la Corte Federal de Manhattan sobre los pagos a dos examantes de Trump no solo complicaron las chances del Partido Republicano, sino que también agravaron los problemas del presidente con la Justicia y lo pusieron de nuevo en la mira de un impeachment.

"Si alguien está buscando un buen abogado, le sugiero encarecidamente que no contrate los servicios de Michael Cohen", tuiteó ayer el presidente en respuesta a las declaraciones de Cohen ante la Justicia Federal. También lo acusó de inventar "historias para conseguir un acuerdo" con los procuradores.

Tras negociar una condena más suave, Cohen se declaró culpable de ocho cargos que incluyen evasión de impuestos, fraude bancario y violación de normas de financiamiento de campaña. Sobre este último cargo, el exabogado de Trump dijo que actuó por órdenes expresas de su jefe.

A esa misma hora, un jurado de Virginia condenaba al exjefe de campaña del magnate Paul Manafort, en un juicio por fraude financiero.

"Esto se está volviendo más y más serio, y va a ser cada vez más grave", advirtió Jerrold Nadler, el principal demócrata en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes. Consultado sobre la posibilidad de un impeachment, dijo que precisaba ver más evidencia y que es importante seguir los pasos de la investigación.

Un enardecido Trump distinguió ayer a Manafort, que mantuvo la boca cerrada, del elocuente Cohen, que declaró haber comprado el silencio de dos examantes del presidente -la actriz porno Stormy Daniels y una modelo de Playboy, Karen McDougal- para que no confesaran sus relaciones con Trump y dañaran sus chances en el final de la campaña.

"Me siento muy mal por Paul Manafort y su maravillosa familia -dijo el magnate en su cuenta de Twitter-. La 'Justicia' tomó un caso fiscal de hace 12 años, entre otras cosas, aplicó una tremenda presión sobre él y, a diferencia de Michael Cohen, se negó a 'quebrarse', a inventar historias para obtener un trato. ¡Gran respeto a un hombre valiente!".

"Como ha dicho el presidente, hemos declarado muchas veces que no hizo nada incorrecto. No hay cargos en su contra", dijo, en tanto, su secretaria de prensa. Sarah Sanders.

Los reveses judiciales de gente cercana al presidente encendieron las alarmas entre los republicanos de que se transformen muy pronto en un serio revés político, cuando faltan solo tres meses para unas cruciales elecciones legislativas en las que los demócratas buscan recuperar el control de Congreso, y que podrían debilitar la gestión del presidente en su segundo tramo de mandato.

Los demócratas aprovecharon los juicios a Manafort y Cohen para alegar que Trump se maneja en una cultura de trampas y corrupción, un argumento que puede ser poderoso para las ambiciones de una oposición lanzada con todo a la lucha por recuperarse de la derrota de 2016.

"La condena de Manafort demuestra que la investigación de Müeller está lejos de ser una caza de brujas", dijo el congresista demócrata Adam Schiff. "También muestra que la campaña y la administración [de Trump] estuvieron plagadas de personas con un historial de negocios sin escrúpulos y con vínculos con intereses extranjeros", agregó.

Incluso más grave -desde el punto de vista del presidente- es la posibilidad de que Trump sea sometido a un juicio político por las aberraciones cometidas por sus asesores y las propias. "Creo que el tema del juicio político definirá las elecciones de medio término -dijo Rob Stutzman, un estratega republicano crítico de Trump, a The New York Times-. Ahora es inevitable que los demócratas puedan sacar legítimamente el tema".

Si bien los casos de Manafort y Cohen no se centraron en acusaciones vinculadas al Rusiagate, derivaron indirectamente de la pesquisa que conduce el fiscal especial Robert Mueller, que investiga la intervención rusa en las elecciones de 2016, así como la posible complicidad con el entorno de Trump y sus intentos de interferir en el avance del caso. Desde su nombramiento, en 2017, Mueller imputó a 33 individuos, 25 de ellos rusos, y tres compañías.

"Le resultará difícil al presidente tratar de desacreditar todo esto", advirtió el exfiscal David Weinstein.

Agencias AFP, AP, Reuters y DPA
Vía: La Nación.


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