Capitalismo: anhelado ‘allá’, repudiado ‘aquí’
Millones de compatriotas se han ido de este país. Han dejado el suelo que los vio nacer, el terruño. Han partido para tener una mejor vida y un futuro que aquí nadie les puede ofrecer. Ahora bien, ¿adónde se fueron? Pues, a los Estados Unidos, señoras y señores. No emigraron a España, por ejemplo, donde a las primeras de cambio los hubieran tildado de sudacas, como a tantos otros latinoamericanos, (o, bueno, a lo mejor merecerían la condición de centracas, ayudados por la clasificación geográfica que nos asigna a los mexicanos mi diario favorito, El País) sino que se facilitaron las cosas y cruzaron simplemente la frontera. Pero ¿qué hay allá que pueda resultarnos tan atrayente a una gran mayoría de connacionales?

O sea, ¿qué tienen ellos, los estadounidenses, que no tengamos nosotros aquí?

Estas preguntas son particularmente pertinentes justo ahora que los votantes preferimos una opción, digamos, de “izquierda”, siendo que tantísimos paisanos nuestros sueñan con afincarse en un paraíso… ¡desaforadamente capitalista! Digo, a pesar de estar gobernados en estos momentos por un demagogo populista (aunque de derechas, es cierto), nuestros vecinos jamás han cuestionado las bondades del libre mercado, no impugnan la legitimidad de la propiedad privada, no denuncian a los “ricos y poderosos” sino que tratan de emularlos, no se oponen a las inversiones, no cancelan proyectos ni denuestan a los individuos emprendedores. Y, ¡es precisamente ahí donde querrían estar quienes se quejan, aquí, de la falta de oportunidades!

No se entiende, pues, que la promesa del capitalismo termine siendo tan supremamente apetecible fuera de México y que, al mismo tiempo, merezca el repudio en casa. Si les abrieran la puerta, otros millones de naturales harían las maletas, mañana mismo, para afincarse en una nación donde las universidades son carísimas (los estudiantes pagan durante años enteros los préstamos), donde se carece de una cobertura universal de salud y donde no hay siquiera permisos laborales por maternidad mientras que, aquí, han elegido a un Gobierno que, desde ya, manda señales adversas para quienes quieran hacer negocios, por no hablar de unas políticas paternalistas que nadie sabe cómo se van a poder financiar.

¿Lo que se ambiciona allá se rechaza aquí? Que alguien me lo explique.

revueltas@mac.com
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.


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