En continuidad con el ensayo anterior, en el que señalamos que el siguiente paso para la Cuarta República, era la mudanza del Estado federal, a un Estado nacional unitario, como una vía para reconstruirlo, y la creación de una policía nacional que absorba a las policías estatales y municipales, como parte de la estrategia de lucha y combate contra la inseguridad pública.
En lo que respecta al Estado federal, también ya hemos analizado en varias ocasiones sus incompetencias, por lo que ahora nos enfocaremos a la descripción del Estado unitario.
El Estado unitario, es una forma de organización dónde el poder está concentrado en un sólo centro político, que extiende su área de influencia a todo lo largo y ancho del territorio que comprende el Estado; en este caso, lo es el Estado mexicano.
En varios casos, para efecto de establecer tramos de control territorial a cargo de distintos delegados del poder central, el Estado nacional se divide en provincias y subprovincias, cada una con sus respectivos jefes políticos, algo semejante a los 32 coordinadores y los 300 subcoordinadores que nombrará el presidente electo, AMLO.
Ese Estado unitario, con sus delegados o agentes locales, generalmente es acompañado también de los poderes judicial y legislativo, también únicos; es decir, un poder judicial que aplica justicia en general por todo el territorio del Estado, y un legislativo único haciendo leyes para todo el país.
El Estado unitario se rige por una sola constitución política, que rige en la totalidad del territorio, y a la que se someten todos los habitantes.
Si le queremos seguir sumando: para cada cartera del gobierno nacional, una dependencia única, organismos constitucionales únicos, una auditoría superior única, un régimen laboral y de prestaciones único, así como un sólo órgano con capacidad y facultades en materia de deuda. En concreto, nos ahorraríamos los recursos que se gastan en replicar lo mismo 32 veces; a nuestro juicio, sería la mejor fórmula para hacer realidad la austeridad republicana.
En el Estado unitario, hay unidad de ordenamiento jurídico (derecho), unidad de autoridad gubernamental (el gobernante nacional y sus delegados), y unidad de territorio. Un Estado unitario, es lo opuesto a un territorio Federal.
Ahora bien, es necesario aclarar que los Estados unitarios no son necesariamente autoritarios, o que sólo los Estados federales son democráticos. Países como Italia, Francia, Bolivia, China, Colombia, Israel y Perú, entre otras repúblicas, son Estados unitarios, y como sabemos, muchos de ellos identificados como democráticos.
En el mundo también hay monarquías unitarias (Estados donde la Corona conserva la representación del Estado), plenamente reconocidas como naciones democráticas; tenemos, por ejemplo: Dinamarca, España, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Países bajos, Reino Unido, y Suecia, entre otras.
Del grupo anterior de países, tenemos al Estado unitario italiano, que tiene como de capital -Roma- la ciudad donde estaba el centro político de un de los imperios más grandes de la historia; por otra parte, tenemos a la monarquía unitaria de España, cuna del otrora imperio español que descubrió y conquistó América; finalmente, igualmente tenemos la monarquía unitaria británica que, en sus momentos de gloria, también fue un gran imperio.
La constante en las naciones mencionadas de ejemplo, es que son entidades políticas unitarias que conservan la misma organización política que los llevó a convertirse en grandes imperios: un mando político único sobre todo el territorio; interesante, ¿verdad?.
Ahora bien, ¿recuerda cómo era la organización del imperio azteca antes de la conquista?.
Seguro no era federal, ya que el federalismo como lo conocemos ahora, no se había inventado; entonces, al momento de independizarnos, ¿de dónde salió la idea de que teníamos que ser una república federal?.
La raíz de nuestra historia no es federal, el federalismo mexicano es un injerto, en el tronco histórico de un imperio de organización política unitaria, por ello el federalismo mexicano no ha logrado florecer y dar buenos frutos, es antinatura.
Al respecto, Fray Servando Teresa de Mier, señalaba que se dividía una nación que era de una sola pieza, y la historia posterior le ha dado la razón; durante casi toda nuestra historia independiente, hemos sido una república federal de jure (derecho) y de facto (hecho) una república central; somos una nación que en los hechos es de un solo mando político, por ello, cuando empezó a funcionar el federalismo, todo se descompuso.
Llevamos más de dos siglos viviendo en el error, y en las últimas décadas, cuando empezó a funcionar la maquinaria federal, pasamos al horror; la reforma del Estado que México necesita, es la transformación del Estado federal en uno nacional, unitario.
El “lopezobradorismo” tiene todo para construirlo y constitucionalizarlo; de no hacerlo, le faltará marco para actuar con mayor eficacia en temas importantes, y adicionalmente, cargará con el estigma de autoritario que puede frustrar cualquier proyecto de largo plazo.
¿Cómo la ve mi apreciado lector?, ¿así, o más claro?
Nos leemos la próxima semana.
En lo que respecta al Estado federal, también ya hemos analizado en varias ocasiones sus incompetencias, por lo que ahora nos enfocaremos a la descripción del Estado unitario.
El Estado unitario, es una forma de organización dónde el poder está concentrado en un sólo centro político, que extiende su área de influencia a todo lo largo y ancho del territorio que comprende el Estado; en este caso, lo es el Estado mexicano.
En varios casos, para efecto de establecer tramos de control territorial a cargo de distintos delegados del poder central, el Estado nacional se divide en provincias y subprovincias, cada una con sus respectivos jefes políticos, algo semejante a los 32 coordinadores y los 300 subcoordinadores que nombrará el presidente electo, AMLO.
Ese Estado unitario, con sus delegados o agentes locales, generalmente es acompañado también de los poderes judicial y legislativo, también únicos; es decir, un poder judicial que aplica justicia en general por todo el territorio del Estado, y un legislativo único haciendo leyes para todo el país.
El Estado unitario se rige por una sola constitución política, que rige en la totalidad del territorio, y a la que se someten todos los habitantes.
Si le queremos seguir sumando: para cada cartera del gobierno nacional, una dependencia única, organismos constitucionales únicos, una auditoría superior única, un régimen laboral y de prestaciones único, así como un sólo órgano con capacidad y facultades en materia de deuda. En concreto, nos ahorraríamos los recursos que se gastan en replicar lo mismo 32 veces; a nuestro juicio, sería la mejor fórmula para hacer realidad la austeridad republicana.
En el Estado unitario, hay unidad de ordenamiento jurídico (derecho), unidad de autoridad gubernamental (el gobernante nacional y sus delegados), y unidad de territorio. Un Estado unitario, es lo opuesto a un territorio Federal.
Ahora bien, es necesario aclarar que los Estados unitarios no son necesariamente autoritarios, o que sólo los Estados federales son democráticos. Países como Italia, Francia, Bolivia, China, Colombia, Israel y Perú, entre otras repúblicas, son Estados unitarios, y como sabemos, muchos de ellos identificados como democráticos.
En el mundo también hay monarquías unitarias (Estados donde la Corona conserva la representación del Estado), plenamente reconocidas como naciones democráticas; tenemos, por ejemplo: Dinamarca, España, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Países bajos, Reino Unido, y Suecia, entre otras.
Del grupo anterior de países, tenemos al Estado unitario italiano, que tiene como de capital -Roma- la ciudad donde estaba el centro político de un de los imperios más grandes de la historia; por otra parte, tenemos a la monarquía unitaria de España, cuna del otrora imperio español que descubrió y conquistó América; finalmente, igualmente tenemos la monarquía unitaria británica que, en sus momentos de gloria, también fue un gran imperio.
La constante en las naciones mencionadas de ejemplo, es que son entidades políticas unitarias que conservan la misma organización política que los llevó a convertirse en grandes imperios: un mando político único sobre todo el territorio; interesante, ¿verdad?.
Ahora bien, ¿recuerda cómo era la organización del imperio azteca antes de la conquista?.
Seguro no era federal, ya que el federalismo como lo conocemos ahora, no se había inventado; entonces, al momento de independizarnos, ¿de dónde salió la idea de que teníamos que ser una república federal?.
La raíz de nuestra historia no es federal, el federalismo mexicano es un injerto, en el tronco histórico de un imperio de organización política unitaria, por ello el federalismo mexicano no ha logrado florecer y dar buenos frutos, es antinatura.
Al respecto, Fray Servando Teresa de Mier, señalaba que se dividía una nación que era de una sola pieza, y la historia posterior le ha dado la razón; durante casi toda nuestra historia independiente, hemos sido una república federal de jure (derecho) y de facto (hecho) una república central; somos una nación que en los hechos es de un solo mando político, por ello, cuando empezó a funcionar el federalismo, todo se descompuso.
Llevamos más de dos siglos viviendo en el error, y en las últimas décadas, cuando empezó a funcionar la maquinaria federal, pasamos al horror; la reforma del Estado que México necesita, es la transformación del Estado federal en uno nacional, unitario.
El “lopezobradorismo” tiene todo para construirlo y constitucionalizarlo; de no hacerlo, le faltará marco para actuar con mayor eficacia en temas importantes, y adicionalmente, cargará con el estigma de autoritario que puede frustrar cualquier proyecto de largo plazo.
¿Cómo la ve mi apreciado lector?, ¿así, o más claro?
Nos leemos la próxima semana.