El poder es el poder. O sea, que se atienden sus llamados o, inclusive, se le ofrecen voluntariamente servicios. Imaginen ustedes a un grupo de muy distinguidos empresarios que, con la sartén del nuevo aeropuerto cancelado todavía caliente, le avisaran al próximo comandante supremo de nuestras Fuerzas Armadas que no, que no asesoran a sujetos que destruyen precisamente lo que ellos se dedican a crear, a saber, riqueza. ¿Pueden, nuestros notables emprendedores, plantarle cara al futuro presidente de la Republica? Digo, desde ya, no cuando la economía nacional se encuentre en ruinas y que las pérdidas los alcancen directamente. Pues, al parecer, no pueden. O, no quieren, que vendría siendo más o menos lo mismo y que resulta enteramente comprensible porque lo que está en juego, a estas alturas, es la viabilidad futura de sus negocios, ni más ni menos. Así las cosas, Ricardo Salinas Pliego (TV Azteca y Elektra, entre otras corporaciones), Carlos Hank (Grupo Hermes), Bernardo Gómez (Televisa), Miguel Alemán (Interjet), Daniel Chávez (Vidanta), Olegario Vázquez Aldir (Grupo Imagen y Grupo Empresarial Ángeles), Sergio Gutiérrez y Miguel Rincón van a formar parte de un equipo de asesores coordinado por Alfonso Romo, el futuro jefe de la Oficina de la Presidencia.
Ni pío, por lo pronto, del tema del NAICM y tampoco de la embestida de Monreal en el Senado para eliminar —o, reducir, en el mejor de los casos— algunas de las comisiones que cobran los bancos. Desde luego que sabemos de la división de los Poderes del Estado en nuestra muy institucional Federación. Pero, justamente, lo que se avecina es una flagrante restauración del antiguo orden priista, de los tiempos aquellos en que el Señor Presidente de la República —así, con reverentes mayúsculas— decidía personalmente sobre todos los asuntos públicos habidos y por haber, fueran de su competencia o no, y, en este sentido, la actuación del coordinador de los senadores de Morena (el movimiento a modo que organizó Obrador, no lo olvidemos) en la Cámara Alta resulta extrañísima porque, qué caray, pareciera ir el hombre por su cuenta. No sólo eso: ha dicho abiertamente que en el Senado no aceptan regaños de nadie —¿ni del Líder Máximo, Ave María Purísima del Refugio?— y que la iniciativa va porque va. Tómate esa, Obrador. “Respetamos las inversiones extranjeras en México, pero quisiéramos ver a Santander aplicar en México las mismas comisiones que en España, quisiéramos ver a Scotiabank aplicando las mismas comisiones y tasas de intereses que en su país de origen, quisiéramos que estas instituciones bancarias como Bancomer aplicar (sic) sus tarifas de comisiones cobradas en España”, proclamó Ricardo Monreal, siendo que la situación no es nada comparable entre un país de malos pagadores y de muy precarias certezas jurídicas y, digamos —en el caso de Scotiabank, por ejemplo— Canadá.
¿Monreal sería un peón de Obrador, después de todo, en un montaje preparado para aparecer como el responsable de una iniciativa tan aplaudida por la población como perjudicial para los denostados mercados o, por el contrario, el antiguo gobernador de Zacatecas (no lo hizo mal, por cierto) está mostrando ya sus cartas porque, como dicen los que saben, aspira a la mismísima presidencia imperial de Estados Unidos Mexicanos? No lo sabemos pero, entre una cosa y la otra, la economía mexicana ha perdido… ¡830 mil millones de pesos en poco menos de un mes! Naturalmente, los señores empresarios que formarán parte del consejo de marras no pudieron, en su momento, opinar o proponer o sugerir o aconsejar que no se detuviera la construcción de una obra que ya lleva un 30 por cien de avance (de la anterior cifra de pérdidas, 120 mil millones de pesos corresponden a la cancelación), por no hablar del despido inmediato de 40 mil trabajadores, de la pérdida de confianza de los inversores, de la devaluación de nuestra divisa nacional, de la subida en el costo de nuestra deuda exterior y del colosal menoscabo que implica ya no llevar a cabo un proyecto que iba a colocar a la capital de todos los mexicanos en las ligas mayores de la aviación mundial (lo de Monreal es otro asunto porque, como hemos dicho en las líneas anteriores, reclama su condición soberana de representante de un Poder independiente y no se le ha ocurrido todavía formar un consejo de hombres de negocios para que asesoren a los ínclitos senadores de Morena).
Esperamos, sin embargo, futuras intervenciones de los mentados empresarios. La agenda económica estará cargadísima, en todo caso. Simplemente, el propósito de condonar el pago del dinero que miles de consumidores le deben a la Comisión Federal de Electricidad nos costará —nuevamente, a todos los ciudadanos— 43 mil millones de pesos, por no hablar de que con tal medida paternalista-populista se fomentará la perniciosa cultura del no-pago.
O, ¿estarán meramente de adorno, Salinas Pliego, Alemán, Hank y los otros?
revueltas@mac.com
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Ni pío, por lo pronto, del tema del NAICM y tampoco de la embestida de Monreal en el Senado para eliminar —o, reducir, en el mejor de los casos— algunas de las comisiones que cobran los bancos. Desde luego que sabemos de la división de los Poderes del Estado en nuestra muy institucional Federación. Pero, justamente, lo que se avecina es una flagrante restauración del antiguo orden priista, de los tiempos aquellos en que el Señor Presidente de la República —así, con reverentes mayúsculas— decidía personalmente sobre todos los asuntos públicos habidos y por haber, fueran de su competencia o no, y, en este sentido, la actuación del coordinador de los senadores de Morena (el movimiento a modo que organizó Obrador, no lo olvidemos) en la Cámara Alta resulta extrañísima porque, qué caray, pareciera ir el hombre por su cuenta. No sólo eso: ha dicho abiertamente que en el Senado no aceptan regaños de nadie —¿ni del Líder Máximo, Ave María Purísima del Refugio?— y que la iniciativa va porque va. Tómate esa, Obrador. “Respetamos las inversiones extranjeras en México, pero quisiéramos ver a Santander aplicar en México las mismas comisiones que en España, quisiéramos ver a Scotiabank aplicando las mismas comisiones y tasas de intereses que en su país de origen, quisiéramos que estas instituciones bancarias como Bancomer aplicar (sic) sus tarifas de comisiones cobradas en España”, proclamó Ricardo Monreal, siendo que la situación no es nada comparable entre un país de malos pagadores y de muy precarias certezas jurídicas y, digamos —en el caso de Scotiabank, por ejemplo— Canadá.
¿Monreal sería un peón de Obrador, después de todo, en un montaje preparado para aparecer como el responsable de una iniciativa tan aplaudida por la población como perjudicial para los denostados mercados o, por el contrario, el antiguo gobernador de Zacatecas (no lo hizo mal, por cierto) está mostrando ya sus cartas porque, como dicen los que saben, aspira a la mismísima presidencia imperial de Estados Unidos Mexicanos? No lo sabemos pero, entre una cosa y la otra, la economía mexicana ha perdido… ¡830 mil millones de pesos en poco menos de un mes! Naturalmente, los señores empresarios que formarán parte del consejo de marras no pudieron, en su momento, opinar o proponer o sugerir o aconsejar que no se detuviera la construcción de una obra que ya lleva un 30 por cien de avance (de la anterior cifra de pérdidas, 120 mil millones de pesos corresponden a la cancelación), por no hablar del despido inmediato de 40 mil trabajadores, de la pérdida de confianza de los inversores, de la devaluación de nuestra divisa nacional, de la subida en el costo de nuestra deuda exterior y del colosal menoscabo que implica ya no llevar a cabo un proyecto que iba a colocar a la capital de todos los mexicanos en las ligas mayores de la aviación mundial (lo de Monreal es otro asunto porque, como hemos dicho en las líneas anteriores, reclama su condición soberana de representante de un Poder independiente y no se le ha ocurrido todavía formar un consejo de hombres de negocios para que asesoren a los ínclitos senadores de Morena).
Esperamos, sin embargo, futuras intervenciones de los mentados empresarios. La agenda económica estará cargadísima, en todo caso. Simplemente, el propósito de condonar el pago del dinero que miles de consumidores le deben a la Comisión Federal de Electricidad nos costará —nuevamente, a todos los ciudadanos— 43 mil millones de pesos, por no hablar de que con tal medida paternalista-populista se fomentará la perniciosa cultura del no-pago.
O, ¿estarán meramente de adorno, Salinas Pliego, Alemán, Hank y los otros?
revueltas@mac.com
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