Taibo no debe ser director del FCE
El intento del excomunista Pablo Gómez por someter a la oposición en la Cámara de Diputados a que apruebe “sin cambiar una coma” las reformas constitucionales de Morena y negarse a dialogar con las minorías…

La foto que difundió ayer el presidente López Obrador con el cantante comunista Silvio Rodríguez en su finca de Palenque, tres días antes de tomar posesión del cargo…

El insulto procaz de Paco Ignacio Taibo II a sus críticos, con una de las groserías más llenas de odio contra los que piensan diferente…

La inminente llegada de Nicolás Maduro –a quien no invitan a ninguna parte, por dictador–, “bienvenido” a tierras mexicanas para atestiguar el cambio de régimen en nuestro país…

Son señales demasiado evidentes de lo que se viene, si todo lo anterior no es producto de la casualidad.

Por salud mental y en un acto de buena fe, pensemos que se trata de una infortunada coincidencia y es preciso dar aún el beneficio de la duda.

Aunque lo dicho por Taibo amerita que el presidente López Obrador revoque su decisión de nombrarlo director del Fondo de Cultura Económica.

“Sea como sea, se las metimos doblada, camaradas”, dijo Taibo en Guadalajara ante el hecho de que si el Congreso se tarda en aprobar las reformas a la Ley Federal de Entidades Paraestatales, que permitirían hacerlo director del FCE, lo nombrarían encargado de despacho.

Así se expresan los nuevos gobernantes de las minorías políticas: “se las metimos doblada, camaradas”.

El “camaradas” tiene su importancia, pues así se llaman los comunistas entre sí.

Para eso lucharon por el respeto a las minorías, que la democracia mexicana –con todo y sus imperfecciones–, les dio.

Se trataba de llegar a ser mayoría y avasallar a los que piensan diferente.

O peor aún: para “metérselas doblada”.

Qué tristeza que un personaje así, con esa idea del tratamiento a las diferencias entre las personas, tenga la confianza del presidente López Obrador para hacerse cargo del Fondo de Cultura (sic) Económica.

Si López Obrador lo hace titular de esa empresa cultural del Estado, estará avalando lo que piensa y dice Paco Ignacio Taibo II de la oposición.

En la Cámara de Diputados, el presidente de la Comisión de Puntos Constitucionales, el excomunista Pablo Gómez, se negó a discutir modificaciones a tres artículos de la Carta Magna para quitar el fuero a los servidores públicos, incluido el Presidente, aunque había consenso en aprobar el espíritu de la iniciativa de Morena y que el Jefe del Estado pueda ser juzgado por delitos comunes.

No importa quién tiene razón, pues lo obvio es discutirlo en comisiones, modificar lo que haya que modificar, y vamos hacia adelante.

No, para Gómez y Morena no se trataba de eso, sino de imponer la redacción exacta de la iniciativa sin cambiar una coma. Aplastar a la disidencia sin escucharla ni atender sus sugerencias.

Ese es el comportamiento de las dictaduras: avasallar a las minorías, mandar a sus líderes a la cárcel o “metérselas doblaba”.

Afortunadamente la oposición se unió y frenó –por ahora–, no el proyecto como tal, sino una parte y, con ello, “la arrogancia” de Morena y de Pablo Gómez, como expusieron los líderes del PAN, Juan Carlos Romero Hicks, René Juárez del PRI y Tonatiuh Bravo de Movimiento Ciudadano.

Mientras eso sucede en el Congreso, mañana debe llegar a México Nicolás Maduro, un dictador que no tenía por qué ser invitado a la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador.

Venezuela no representa una frontera estratégica con nosotros, como Cuba.

Se invitó a un criminal que mete a la cárcel y tortura a líderes de la oposición, aunque sean gobernadores o legisladores.

Aplastó la democracia.

Anuló el parlamento para imponer su voluntad a través de una Asamblea Constituyente, elegida de la misma forma antidemocrática y absurda como las consultas populares recientemente inauguradas en México.

Y a tres días de tomar posesión, el presidente López Obrador lleva a su finca de Palenque y se retrata con Silvio Rodríguez, un comunista que aplaude cuando en su país y en Venezuela se ha aplastado a la disidencia, se persigue al diferente y se castiga a la crítica.

Silvio pidió pena de muerte para su mejor amigo en la juventud, por pensar diferente, el poeta Raúl Rivero.

Esperemos que todas estas señales de afecto por el totalitarismo sean infeliz coincidencia.

Aunque para creerlo, Paco Ignacio Taibo no debería ser director del Fondo de Cultura Económica.

Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero.


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