Niveles de gobierno
Espero que haya o esté teniendo felices fiestas decembrinas estimado lector; es un gusto saludarle nuevamente y continuar con las reflexiones de esta tercera temporada de nuevos y viejos paradigmas. Si leyó las anteriores, tenemos semejanza conceptual en lo que son los paradigmas, y también en que hemos usado uno al que denominamos bíblico, para analizar un tema específico como los albures.

En esta ocasión trataremos de analizar los niveles de gobierno, en el caso particular de México, más allá de los marcos tradicionales que nos han proporcionado, de manera general, nuestra historia, las ciencias sociales y el derecho, y particularmente la ciencia política.

Esos marcos a través de los cuales entendemos, se estructuran y se organizan, esos niveles de gobierno, son el federal, el estatal y el municipal; encarnados cada uno en un presidente de la república, un gobernador y un alcalde o presidente municipal, respectivamente. Cada uno en un espacio territorial, política y geográficamente delimitado, y un conjunto de competencias y facultades predefinidas para gobernar.

Como sabemos, la República Mexicana es gobernada por un presidente de República con atribuciones sobre todo el territorio del país, estando este último dividido en 32 entidades federativas o estados, cada cual con su respectivo titular del poder ejecutivo local, mismos que a su vez están subdivididos en gobiernos municipales, diferenciadamente en número según su territorio; que de acuerdo con Wikipedia, el total de municipalidades en todo el país suman 2474, incluidas las 16 alcaldías de la Ciudad de México.

Hasta aquí, todos o casi todos conocemos los tres niveles de gobierno constitucionalmente establecidos, fijados conforme al paradigma vigente o dominante, pero ¿acaso son todos, porque los conocemos? ¿quizá haya otro sobre el que no hemos reflexionado? ¿podría haber más para entender y/o analizar los niveles de gobierno? Veamos qué dice el viejo paradigma: el bíblico.

En el denominado Nuevo testamento, el libro de Mateo, capítulo 6, versículos 9 y 10, dice lo siguiente: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (RV, 1960). Detengámonos en la palabra reino, “Venga tu reino”.

De acuerdo con el diccionario, el verbo “reinar” significa gobernar o tener el cargo y las funciones de Jefe de Estado. En algún ensayo anterior, ya habíamos explicado que en el caso de México, el Presidente tiene las funciones de gobierno y de Jefe de Estado, como los reyes, salvo los reyes de repúblicas parlamentarias.

Dicho de otra forma, cuando oramos lo siguiente: Padre nuestro venga tu reino, estamos diciendo: Padre nuestro venga tu gobierno, ¿interesante no le parece?. Hay un nivel de gobierno superior a los tres que tradicionalmente reconocemos con el paradigma dominante. La suma de ambos paradigmas, dan por resultado cuatro niveles de gobierno.

Tal vez le parezca que el nivel superior lo trato de incluir a fuerza, pero le recuerdo que yo no escribí el libro de Mateo, el cual se escribió mucho antes de que México existiera y de que se organizara políticamente con sus tres niveles de gobierno descritos en los primeros párrafos.

Aunque ese cuarto nivel superior de gobierno no lo identifica políticamente, si lo identifica en su calidad de deidad y creador, o acaso ¿no se sabe usted el Padre Nuestro?. Por supuesto que la mayoría de los mexicanos nos sabemos o hemos escuchado alguna vez el Padre Nuestro, y por supuesto también le reconocemos.

Usted, como la gran mayoría de los mexicanos, muy probablemente festejó el pasado 24 de diciembre el nacimiento de Jesucristo; en muchos países, es la celebración más significativa de todo el año, y sistemáticamente, se conmemora año con año el nacimiento del unigénito Hijo de Dios Padre, independientemente de que haya nacido o no en dicha fecha.

Sabemos que así como los tres estados del agua son: líquido, sólido y gaseoso, los tres estados de Dios son: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Al recocer y festejar el nacimiento del Hijo, reconocemos una de las formas en que se manifiesta Dios, nuestro nivel de gobierno supremo, pero ¿por qué oramos venga tu gobierno? ¿acaso dejó de gobernarnos por algún motivo?

En el plano terrenal, al ser gobernados por los tres niveles de gobierno, debemos sujetarnos a las diferentes leyes y ordenamientos, de lo contrario ameritaríamos ir a la cárcel y caer en las manos del gobierno penitenciario, o del autogobierno que detenta la delincuencia y reina en la mayoría de las cárceles mexicanas.

En el plano divino, en el libro de Juan, capítulo 14, versículo 15, se establece: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”, lo cual en términos más sencillos quiere decir: Si me reconoces como tu gobernante, cumple mi ley; ¿conoce usted la ley de Dios?, ¿la cumple?, ¿acaso estamos bajo el autogobierno de la delincuencia organizada?.

¿Qué tal poner a prueba el nivel superior de gobierno con un enfoque de política pública?

Desempolve el libro del viejo paradigma, cualquiera que sea la versión que tenga; esto se pone interesante, y se podrá más.

Nos leemos pronto.


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