Pemex: un botín jamás se privatiza
Aver, díganme ustedes cómo está el saqueo de Apple. ¿Qué tanto les escamotean a Samsung, Philips, Boeing o BMW? ¿Cuánto pierde ExxonMobil por la perforación de sus ductos en los Estados Unidos?

Sí, es cierto que Carlos Ghosn fue detenido por supuestos malos manejos en Nissan-Renault —aparte de cuestiones con el fisco— y ahí están igualmente Odebrecht, Enron, varias empresas petroleras y hasta Siemens, enredadas en sobornos y cohechos. La corrupción, por lo visto, es un fenómeno prácticamente universal.

Pero, como en el caso de las epidemias, todo es un asunto de números: la gripe te puede matar a millones de personas (la de 1918 llevó a la muerte a 50 millones —aunque, según algunos estudios, provocó 100— y ha sido la pandemia más mortífera de la historia) o ser una simple afección estacional.

Hablando, justamente, de cifras, Nueva Zelanda, Dinamarca y Finlandia serían los tres países menos corruptos del planeta, en el último Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de la organización Transparency International. México ocupa el lugar 135, con la misma puntuación (29) que Honduras y Rusia, por debajo de naciones como Sierra Leona, Pakistán, Zambia, El Salvador y Egipto. Nada honorable, la clasificación de este país.

Ahora bien, en los precisos momentos en que varios estados de la República sobrellevan las durezas del racionamiento de combustible, muchas voces señalan y denuncian y evidencian la colosal corrupción de Pemex, la corporación petrolera “de todos los mexicanos”. Tan nuestra es la empresa que, miren ustedes, nos dedicamos a saquearla: sus altos ejecutivos arman fraudulentos esquemas, los partidos la usan para financiar sus campañas políticas, el sindicato la exprime sin miramiento alguno, los contratistas obtienen adjudicaciones con escandalosos sobreprecios y, en los últimos tiempos, las organizaciones criminales se dedican pura y simplemente a robar la gasolina que produce o que importa.

Para salirse con la suya, una clase política rapaz, en complicidad con sus amiguetes de la casta empresarial, nos ha machacado a lo largo de decenios enteros que Pemex es uno de los pilares de “nuestra soberanía” y que el “petróleo es patrimonio de la nación”. Sí, ajá.

revueltas@mac.com
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.


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