Resolver problemas
Usted seguramente ha escuchado acerca de los dos errores de la estadística. El error tipo I es cuando se da por bueno algo que no lo es, es un “falso positivo” en lenguaje más común. El error tipo II es cuando algo que deberíamos dar por bueno, se nos va: es un “falso negativo”. Un poco en broma, se dice que hay un error tipo III: resolver el problema equivocado. Bueno, eso es lo que parece que está ocurriendo hoy en México.

De acuerdo con las encuestas, y con la evidencia anecdótica de cualquiera, los dos grandes problemas para los mexicanos en los últimos años han sido la inseguridad y la corrupción. No tengo duda de que la mitad de los votos por López Obrador y Morena, al menos, provinieron de personas que estaban convencidas de que ellos lograrían resolver esos dos problemas.

Sin embargo, más allá de la retórica (o demagogia, para ser más claro), el nuevo gobierno hace de todo, menos resolver esos dos problemas. Cancelar la construcción del aeropuerto no tiene nada que ver con la corrupción, aunque ellos insistan en que sí. Si ése hubiese sido el objetivo, auditar y castigar era el camino, no destruir 8 mil millones de dólares, que no nos sobran. Cerrar ductos de gasolina tampoco tiene nada que ver con la lucha contra el robo de combustible, como ya debería ser evidente. Mantienen sin gasolina, al día de hoy, a Jalisco, Michoacán, Guanajuato, Aguascalientes, Querétaro, pero no ha habido problema en Puebla, por ejemplo. No hay gasolina para los consumidores, pero sí para los que roban (como lo demostró trágicamente la explosión que nos ha dejado un centenar de muertos).

Para resolver los problemas que ellos mismos han creado, inventan dos o tres aeropuertos en tándem, que no podrán funcionar jamás, o utilizar 4 mil pipas para sustituir los ductos. Pipas que no tienen, de forma que 3,500 las han rentado a privados, y 500 más las fueron a comprar, sin licitación de por medio. Luego tendrán que poner patrullas a las pipas, otras cuatro mil, con ocho mil elementos, que si operan 24x7 serán en realidad 24 mil, que no tenemos. Al final, todo cuesta mucho más, la operación es más complicada, los riesgos de accidente crecen. Y la corrupción y la inseguridad, que era lo que había que resolver, siguen igual que siempre. De inseguridad tenemos datos; de corrupción, los estamos esperando.

Otros programas del gobierno van en la misma dirección: resolver problemas que no existen, porque su diagnóstico no es el más brillante del mundo. Están convencidos de que deben resolver el problema del campo, por ejemplo, pero ahí no hay un problema. La producción agropecuaria en México es hoy la mayor de la historia, y ha crecido año tras año, sin mucha dificultad. Por ejemplo, en los últimos dos años hemos producido 28 millones de toneladas de maíz, máximo histórico, utilizando poco más de 7 millones de hectáreas, que es incluso menos terreno que el que se usaba a inicios de los ochenta (que es la fecha mágica de López). Lo que ocurre es que el rendimiento promedio ha pasado de 1.8 a 3.8 toneladas por hectárea.

Claro que no es igual en todas partes, como es normal en materia agrícola. Hay lugares en donde se puede producir más que en otros, dependiendo del tipo de cultivo, la técnica, los recursos, etc. En Chiapas, por ejemplo, se siembran casi 700 mil hectáreas de maíz, y cada una de ellas produce en promedio 1.9 toneladas. En Sinaloa, 600 mil, produciendo cada una casi 11 toneladas.

Tal vez el problema que quieren resolver no es el del campo, sino el de los campesinos, pero ese es otro tema, para otro día.

Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero.


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