"Tata" Martino: ¿El fin de los experimentos?
Qué reconfortante resulta que halla todavía caballerosidad en el mundo del futbol, amables lectores. Miren, si no, cómo respondió Miguel Herrera al cuestionársele su opinión sobre el nuevo director técnico del conjunto nacional: “Es un técnico muy preparado. Tiene más experiencia que yo, aunque no ha estado en el futbol de México, dirigió a la selección de Argentina en dos ocasiones, al Barcelona. Es un técnico muy, muy capaz, como lo ha demostrado. A mí me toca nada más que apoyar lo que necesiten del América, con todo”.

Recuerdo, con perdón, los exabruptos y las destemplanzas de Hugo Sánchez cuando Ricardo La Volpe llevaba las riendas del Tri. De entrada, “debía ser un mexicano” quien dirigiera al equipo nacional. ¿Por qué? Pues, yo supongo que por una cuestión de mero simbolismo, un asunto de sentimientos obligadamente patrióticos y un tema, finalmente, de pretender ser él mismo el gran elegido.

Hugo es un tipo excepcional desde cualquier punto de vista y no hacía más que expresar su muy personalísimo punto de vista. Pero, las cosas son lo que son y yo creo que al entrenador argentino no sólo se le debía un mínimo reconocimiento sino que el hecho de descalificarlo de un plumazo por ser extranjero era una muestra de rancio sectarismo. Después de todo, no hay tal vez un organismo más emblemático de la música de concierto en Alemania que la Filarmónica de Berlín; y, miren ustedes, sus últimos directores musicales han provenido de Italia e Inglaterra y, a partir de 2019, el nuevo titular será ruso.

En todo caso, el propio Herrera pudiere sentirse merecedor natural del cargo –sobre todo que ya estuvo ahí y que no lo hizo nada mal— y, por lo tanto, comenzar a lanzar dardos envenenados. El hombre es algo bronco, como ya sabemos, pero, miren, se ha contenido y exhibe ahora una ejemplar elegancia.

Hablando, justamente, de invitados suramericanos al banquillo, el señor Osorio provenía de Colombia y, ahí sí, yo hubiera pensado que en el mercado local contábamos con gente que por lo menos nos hubiera podido otorgar las certezas que resultan de una básica consistencia a la hora de armar sus esquemas de juego y de decidir las posiciones. Martino, muy seguramente, será otra cosa.

Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.


Artículo Anterior Artículo Siguiente