Petra y sus colosales monumentos tallados en roca

Por sí sola, Petra justifica plenamente un viaje a Jordania. Localizada a 235 kilómetros al sur de Amán, la capital, esta espectacular zona arqueológica fue declarada, en 1985, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y, desde 2007, figura entre las "Siete Nuevas Maravillas del Mundo Moderno".

Su construcción inició alrededor del siglo III a.C. por los nabateos, una tribu nómada que se asentó en una cuenca remota y desértica, en la región montañosa de Edom, al este del valle del Arabah.

Durante mucho tiempo fue sede del Imperio Nabateo y floreciente ciudad, con una posición privilegiada en el corazón de la ruta de las caravanas de la seda y las especias que unía al Medio Oriente con el Cercano Oriente.

Su belleza radica en que sus edificaciones fueron talladas en roca viva, misma que cambia de tonalidades —de los tonos rosados a los ocres profundos, pasando por los anaranjados— conforme transcurren las horas.

Dominada por los romanos, después por los bizantinos y más tarde por los beduinos, poco a poco fue decayendo.

A lo largo de varios siglos su nombre se convirtió en leyenda y su existencia permaneció en secreto, hasta que, en 1812, el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt la descubrió.

A partir de entonces, numerosas expediciones y excavaciones se han realizado para descifrar la historia de la enigmática ciudad de piedra. De hecho, se considera que apenas el 1% de ella ha sido investigada.

Sin duda Petra es un asombroso ejemplo del trabajo arquitectónico e ingeniería hidráulica de lo más avanzado para su época. Así lo demuestran algunos de los diques, cisternas, canales, acueductos y los cientos de edificaciones que al día de hoy subsisten.

Entre estas últimas quizá las más emblemáticas sean Al-Khazneh o El Tesoro (el más fotografiado), Jebel Khubtha o las tumbas reales, y el Teatro, edificado durante el siglo IV a.C. y reconstruido nuevamente durante el periodo romano. Al final del recorrido y de cientos de peldaños por subir, te espera El Monasterio Al-Dayr, uno de los monumentos más bellos, de casi 50 metros de altura.

Lo cierto es que para conocerla bien hay que programar un itinerario de, al menos, dos o tres días. Aunque puedes optar por un tour partiendo desde la capital jordana, el inconveniente es que el viaje en autobús hasta Petra es de unas tres o cuatro horas de ida y otras tantas para el trayecto de regreso y, en realidad, solo tendrás apenas unas cuantas horas para recorrerla.

Por lo tanto, es recomendable reservar con anticipación tu alojamiento en los hoteles cercanos, como el Mövenpick Resort Petra una cómoda alternativa con modernas habitaciones y amenidades, ubicada justo a la entrada del sitio arqueológico. De esta manera no podrás perderte la experiencia de visitar Petra de noche para ver el espectáculo de luz y sonido que se celebra lunes, miércoles y jueves. La antigua ciudad perdida de los nabateos se ilumina con miles de velas y participan músicos tradicionales. Te reciben con un té de cardamomo. Una experiencia única.

Vía: El Universal.


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