Live Coding: Los algoritmos también generan música


El estacionamiento del Centro Cultural España se encuentra completamente oscuro. La única luz proviene de dos proyectores que apuntan hacia la pared. En un lado comienzan a verse reflejados círculos, rectángulos y triángulos en movimiento. Del otro, caracteres, símbolos y números que cambian rápidamente en un fondo negro. A la par, empiezan a sonar sonidos a todo volúmen. 

El escenario lo conforman una mesa larga con dos sillas y dos computadoras. En un extremo, una persona programa el audio. Por otro lado, alguien más programa la imagen. La codificación y las imágenes reflejadas en la pared provienen de esta dupla. Se convierte en una experiencia audiovisual con música experimental, completamente inmersiva en el mundo de los códigos, que genera una especie de ritual entre el público asistente… Y después de nueve minutos, todo se detiene repentinamente. Así presentó Ezequiel Netri, el 14 de julio del 2009, uno de los primeros performances en vivo de Live Coding en México. Se llamó “Prácticas con código en vivo: Re-modulación en vivo de código abierto a través de Supercollider”, y marcó un hito en la historia de la música algorítmica en México.


Un poco de cómo un lenguaje de programación se ve en música ¿Qué es el Live Coding? El Live Coding no es un género musical, sino una práctica y forma de escribir música con código fuente (un lenguaje de programación interpretado) para generar audio, sonido e imagen. Cabe destacar que en una presentación de live coding el código se expone para que el público lo pueda ver, con lo que se abre la posibilidad de leer los códigos junto a la escucha. 

El Live Coding puede atravesar cualquier género musical; se pueden crear desde cumbias y boleros hasta música electrónica y experimental. Es una evolución de la música algorítmica; una de las vertientes de la música contemporánea que utiliza la técnica de crear música a través de algoritmos. Aunque esta corriente comenzó a tomar fuerza en Europa de los años 90, nada de esto hubiera sido posible sin un personaje clave para la creación y desarrollo del live coding: Alex McLean. Fue él quien bautizó esta práctica con el nombre en 2003. Además, diseñó Tidal Cycles: el primer entorno live coding diseñado para la improvisación y composición musical, y fue uno de los cofundadores de la organización TOPLAP (Temporary Organization for the Promotion of Live Algorithm Programming). Esta es una organización clave para el desarrollo del Live Coding. 

Su primer encuentro fue en Hamburgo de 2004, y lo conformó un grupo de live coders que publicó el Manifiesto del Live Coding. “El oscurantismo es peligroso; enséñanos tus pantallas”; “los códigos tienen que ser tanto vistos como escuchados”; “no es necesario que la audiencia conozca los códigos para apreciarlos” son algunos de los puntos, reconocimientos y exigencias que contiene el Manifiesto. Paulatinamente, la práctica comenzó a popularizarse en Europa, especialmente en Alemania, Inglaterra y Hamburgo. 

Entre los primeros festivales de live coding están “Changing Grammars”, organizado en el 2004 en Hamburgo, y “LOSS Livecode”, en el 2007 en Sheffield. Live Coding: el panorama en México “La llegada del live coding a México tiene sus orígenes en el 2006, y se dio por una serie de conciertos que ofreció en la Universidad Iberoamericana una agrupación llamada mU , conformada por Eduardo Meléndez, Ezequiel Netri y Ernesto Romero” cuenta Hernani Villaseñor, tecnólogo, docente y uno de los primeros live coders en México. Eduardo Meléndez, Ezequiel Netri y Ernesto Romero trabajaban en el Taller de Audio del Centro Multimedia (CMM), que forma parte del Centro Nacional de las Artes (CENART). Este espacio fue -y sigue siendo- la cuna de las generaciones de live coders mexicanos, puesto que aquí comenzaron a impartir, desde el 2009, una serie de talleres para aprender a utilizar SuperCollider, Fluxus y Processing (entornos de programación de Live Coding ). 

“Estos talleres en el CMM no solo sirvieron como plataforma para difundir la práctica, sino que también empezaron a crear comunidad”, menciona Villaseñor. 

Luis Navarro, Jorge Ramírez, Alejandro Franco, Mitzi Olvera, Alexandra Cárdenas, Emilio Ocelotl, José Carlos Hasbun, Julio Zaldívar y Arsitotles Benitez son algunas de las figuras destacadas de la primera comunidad en torno a las sesiones de live coding. 

Gracias a los talleres impartidos por Ernesto Romero y Hernani Villaseñor, para diciembre de 2010 ya existía en México la primera comunidad live coders, y se dan las condiciones para hacer sesiones de live coding con varios participantes en la galería de arte electrónico Manuel Felfuérez del CMM. 

Eventualmente, se convirtió en una práctica mensual. Sin embargo, el live coding permanecía en lo institucional, para audiencias especializadas y de nicho. Fue hasta que el Festival de las Luces en el Centro Histórico colaboró con el Instituto Francés de Latinoamérica (IFAL) y el CMM para realizar “La noche de las luciérnagas”. Este concierto, celebrado el 8 de noviembre del 2013, fue el primero donde la escena de live coding se presentó con una gran cantidad de proyectos individuales y colectivos. Este concierto fue muy importante no solo por el alcance que tuvo, sino también porque implicó salirse de la idea que el Live Coding se hace desde cero, con pura improvisación. 

“El reto conceptual fue cómo componer algo más estructurado musical y visualmente y llevarlo a un formato de concierto. Y, pues, se llenó… No esperábamos que fuera tanta gente. La experiencia que nos quedó es que esto se podía salir de circuitos especializados y hacerlo masivo”, narra Hernani Villaseñor, quien formó parte de la organización del concierto. 

Se plantea desde una perspectiva de ser incluyente, pero no implica que necesariamente lo sea. Una cosa interesante que comenzamos a plantearnos es cómo se puede hacer la práctica de la programación de manera analógica AlgoRave: de la academia a la fiesta Platoon México City es un lugar escondido en la colonia centro. Parecido a una bodega más que a un antro, este espacio interdisciplinario hospeda cada año el evento “Dual Alemania-México”. En éste, una noche del 2017, se escuchó una nueva mezcla de sonoros beats y síntesis granular que nos adentraron a una nueva dimensión: al AlgoRave. En 2012, Alex McLean fue invitado a México para participar en un Simposio Internacional de Música y Código llamado “/*vivo*/”. De pronto, él, junto con Dave Griffiths, Johannes Zmôling y Alberto de Campo comenzaron a tocar música techno. El público estaba efusivo. Era el segundo AlgoRave que se tocaba en el mundo (el primero había sido en el Reino Unido). Alex McLean fue quien acuñó este término, y se deriva de la composición de “algoritmo” con el “rave”, que buscó sacar la música algorítmica del contexto académico y meterlo al concierto de la fiesta. 

Conforme fue pasando el tiempo comenzaron a surgir más figuras como solistas y colectivos de live coders que movían esta práctica por el país y, posteriormente, por el resto de latinoamérica. RGGTRON; Híbridas y Quimeras; Piranha Lab y Top Lap Mx son algunos de los ejemplos. 

“El reto consiste en que esta es una práctica muy autogestiva; buscar los espacios donde se permita la libertad más allá de lo institucional”, menciona Malitzin Cortés: tecnóloga creativa, docente y live coder mexicana. 

Paulatinamente, el AlgoRave se fue popularizando cada vez más, hasta llegar a tocar actos en vivo en festivales masivos como el Corona Capital y MUTEK. 

¿Una práctica incluyente? 


“Lo técnico siempre va a ser político”, menciona Marianne Teixido: profesora, artista digital y live coder.

Una de las principales cualidades del Live Coding es que pretende ser una práctica accesible de programación para todos y todas. 

“Parece intimidante ver a alguien escribir código; ubican el referente de hacker, nerd, geek… pero si tu vas a un taller de Live Coding de dos horas, sales tocando. Es una práctica inclusiva, comunitaria, hay mucha ayuda y se te va a empujar a que toques”, continúa. 

Sin embargo, es un hecho que sigue siendo una práctica a la cual pocas personas tienen acceso por tres principales razones: la primera, se requiere de un equipo de cómputo para aprenderlo y realizarlo; la segunda, se necesitan conocimientos básicos de computación para poder comprenderlo; y tercero, la mayoría de los entornos digitales para hacer live coding se encuentran en inglés. 

Es bajo esta premisa de la inclusividad que Marianne Teixido, Dorian Sotomayor y Emilio Ocelotl fundan PiranhaLab: un laboratorio interdisciplinario que tiene como objetivo impulsar la práctica, el desarrollo, la investigación y difusión de softwares, enfocada en la comunidad que practica live coding en México y Latinoamérica. 

“Piranha Lab surgió porque, al estar viajando a distintas partes de latinoamérica para tocar AlgoRaves, nos dimos cuenta que mucha gente de aquí desarrollaba softwares pero nada más lo usaban entre ellos porque no había una comunidad que compartiera su uso. Se decidió organizar un ciclo de talleres en el Centro de Cultura Digital para invitar a que las personas compartieran sus herramientas”, comparte Marianne. 

“Pero, en general, algo que me late de la comunidad del Live Coding es que es autorreflexiva. Existe un entorno con mirada crítica y planteando una postura tanto ética y política muy clara respecto a la práctica”, continúa. 

Rompiendo estructuras patriarcales: las mujeres live coders 


“Las mujeres somos muy buenas tecnólogas. La computadora la inventó una mujer y las primeras programadoras fueron mujeres”, señala Cortés, 

quien afirma que el estigma de no tener talento para la tecnología es una construcción social. Dentro de la comunidad del Live Coding ha destacado la participación de mujeres live coders , como Libertad Figueroa, Alexandra Cárdenas, Kate Sicchio, Malitzin Cortés, Mariane Teixido, Joanna Chicau. 

“Ha sido importante que haya mujeres en la comunidad porque entre nosotras nos hemos ido apoyando. Tratamos de estar muy unidas y enseñarnos entre nosotras. Hubo un escándalo porque, hace como tres años, sacaron un documental y un artículo sobre el Live Coding. Entrevistaron a puros hombres y la entrevistadora era mujer, pero ni siquiera era parte de la comunidad. En Twitter se apoyó mucho el movimiento”, cuenta Malitzin. 

“A excepción de Libertad Figueroa, todas las personas que usaban SuperCollider eran hombres. Era una posición política aprender a usar Super Collider”, dijo Teixido. 

Más allá de los retos en el aprendizaje de la práctica, la lucha de las live coders se centró más en su visibilización y reconocimiento. 

Hernani Cortés mencionó que, en un principio, las personas live coders visuales eran mujeres y los hombres se enfocan más al audio. 

“Es controvertido porque es la división del trabajo”, dijo. 

En efecto, Marianne Teixido compartió que, cuando comenzaron a formar parte del colectivo RGGTRON, a Yessica y a ella no se les consideraba parte del colectivo. 

“Ponían nuestros nombres en el cartel con letras muy pequeñas… así que nos aplicamos”. 

Sin embargo, tanto Malitzin como Marianne coinciden en que, pese a los retos de ser mujer en el mundo de la tecnología, no fue difícil encontrar apoyo desde un principio.

”Nunca se omite a nadie. No es como que por ser latina o mujer no tenga oportunidad de mostrar mi trabajo” dice Malitzin. 

La práctica del Live Coding también sirvió como un detonador de ideas, narrativas y prácticas artísticas. Ayudó a que varias mujeres se adentraran al mundo de la codificación y tecnología. 

“Ahora estoy trabajando con un proyecto de realidad aumentada feminista, y el reto es como desarrollar y trabajar una red nodal de colaboraciones con chicas, pero que no dependan de infraestructuras capitalistas y patriarcales como Google y Facebook”, cierra Marianne. 

El futuro del Live Coding La práctica del Live Coding en México tiene poco menos de 15 años, y Hernani Cortés, quien actualmente se encuentra realizando su doctorado en torno a esta práctica, dice que ve tres escenarios para el futuro de esta práctica: la primera, que se va a potenciar su lado académico; la segunda, que tendrá una consolidación mainstream; y la tercera, que tendrá un lado capitalista con las NFT’s. 

Muchas de las personas de las primeras generaciones de live coders se encuentran realizando estudios en el mundo académico. 

“Anda evolucionando con todo. No fue una moda que ya se quitó y está muy presente en las investigaciones de tecnología musical. En Cambridge incluso hay una cátedra de Live Coding a nivel de investigación”, menciona Malintzin. 

Por otro lado, la pandemia causada por COVID-19 potencializó que el Live Coding, como muchas otras prácticas, pasara a lo virtual. Sin embargo, esto también sirvió para ampliar la comunidad y fomentar la formación en línea. Se han acrecentado los talleres para los usos de los entornos digitales, y eso ha permitido que la comunidad live coder siga creciendo, compartiendo herramientas y reflexionando sobre la práctica. 

Malitzin menciona: “Yo creo que cada vez se va a ir normalizando más porque también la educación digital de los profesionales está enfocada en programar (diseñadores, arquitectos, animadores, diseñadores de videojuegos). Ahora personalizan más las herramientas tecnológicas para la creación. En el arte digital está súper presente todo el pensamiento generativo (…) crear piezas de arte desde este punto de vista en colaboración con la máquina. La compu no hace arte. Un humano la tiene que programar. Es una colaboración muy bella con la computadora”.



Vía: EXP

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